La imagen de Serrat en su sitio oficial |
“Se dice, con frecuencia, que Mozart escribe gratamente para la voz”, apuntaba hace ya varios años el catedrático canadiense Joseph K. So en este artículo, en el cual cita a una de las intérpretes de la obra mozartiana reiterando lo que opinan muchos de sus colegas: “Una vez que se aprenden, sus melodías son ejercicios fabulosos para la voz”.
“Cantar a Mozart puede parecer engañosamente ‘fácil’ ”, apunta luego So, porque el secreto reside, en parte, en la “capacidad de sus intérpretes de satisfacer tan bien las demandas técnicas de manera tal que la vocalización se proyecta como si no implicase esfuerzo alguno”.
Hace ya poco más de siete años que un barítono de fama mundial [cuyo nombre se me escapa de momento] ejemplarizaba esa cualidad mozartiana durante la transmisión, en la TV pública estadounidense, de uno de los numerosos programas especiales con motivo del 250 aniversario del nacimiento de Mozart.
Sin temor a equivocarme —y sin ser, naturalmente, conocedor de ópera ni experto en música— creo que lo mismo podría decirse de las canciones de Joan Manuel Serrat .
Oye uno a Serrat que canta El Titiritero y se la cree fácil. E igual podría decirse de cualquiera otra de sus interpretaciones, como sería la balada Qué Va a Ser de Ti.
Carátula de Mediterráneo |
Prácticamente su contemporáneo —me lleva apenas cinco años, de manera que cronológicamente Serrat y yo hemos surcado por los mismos espacios—, fue allá a principios de los 90 que tuve la oportunidad de entrevistarlo cuando llegó a Washington, D.C., para una actuación.
En esa época laboraba entonces como corresponsal en Washington de la agencia mexicana de noticias, notimex, y, como podrán enterarse aquí quienes por algún motivo desconozcan los antecedentes, hubo y habrá siempre en Serrat mucho agradecimiento hacia México. Esa gratitud la reiteró en el breve intercambio que sostuvimos.
Algo que sucedió momentos antes, sin embargo, me agradó mucho más que la oportunidad de conversar con Serrat.
Credenciales de periodista colgando al cuello, esperé discretamente a un costado mientras Serrat saludaba a unos cuantos de sus fans [ese es el uso generalizado, lo correcto sería fanes, nos dice el Diccionario Panhispánico de Dudas] antes de aproximarme cuando solo quedaba una de sus admiradoras.
Cortés, pero firme, Serrat me indicó que siguiera en espera. Y así lo hice.
Esa última admiradora era la madre de mis hijas y fue esa la razón por la cual soslayé, momentáneamente, mi discreción. Serrat no lo supo jamás, porque no había por qué decírselo. Pero nada pudo complacerme más que tener la oportunidad de apreciar un gesto tal.
Hoy, 27 de diciembre, Serrat cumple 70 años. Fue también un día 27 [de enero, en 1756] que nació Mozart. Otra coincidencia, naturalmente.
La cualidad mozartiana del catalán hace que yo siga por ahí empeñado en creer que sea fácil cantar como lo hace él [lo mismo podrían decir muchos otros]. La anécdota que acabo de relatarles me hace pensar que todos tendríamos más éxito si tratáramos de imitar su calidad humana.
No comments:
Post a Comment