Sunday, September 15, 2013

Güyra Campana: historia de una canción

Es bien probable que en el caso de las naciones latinoamericanas más distantes del Cono Sur, en quien primero se piense cuando llegue el momento de atribuir a alguien la popularización de la polca paraguaya Pájaro Campana sea en el cantante y guitarrista Luis Alberto del Paraná.
Como verán en la biografía que recoge el Portal Guaraní, el artista [por entonces conocido nada más por su nombre de pila, Luis Osmer Meza] fue uno de los integrantes del trío Los Guaireños, que “llevando en sus alforjas la música paraguaya” inició en Formosa, en octubre de 1945, una gira que culminaría en México.
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Procnias_nudicollis_-Barcelona_Zoo,_Barcelona,_Catalonia,_Spain-8a.jpg
Un sonido único, una melodía universal

Probable, digo, porque decir Pájaro Campana [o Güyra Campana, nombre en el que se combinan el guaraní y el español] evoca a menudo el arpa, la cual ejecutaba uno de Los Guaireños y, que como todos los que conocen la historia de Luis Alberto saben muy bien, es un instrumento que figura destacado a lo largo de su carrera.
El próximo 4 de noviembre se cumplirán 50 años de que Luis Alberto y Los Paraguayos fueron los únicos latinoamericanos invitados a participar en la gala anual artística [The Royal Variety Performance] ante la Reina Isabel II, en Londres.
En este clip, cuya divulgación en youtube fue facilitada por la Fundación Luis Alberto del Paraná, verán la actuación de los suramericanos en la gala misma esa en la que una banda que por ese entonces comenzaba a descollar, The Beatles, acaparó la atención del mundo entero —ante la frustración aparente, según todos los recuentos, de quien se suponía fuese la estrella, Marlene Dietritch.
Apenas cuatro años después, sin recibir crédito alguno en la producción aunque desconocemos si eso equivale también a no haber recibido regalías, la banda rival de los cuatro de Liverpool, The Rolling Stones, incluiría porciones de Pájaro Campana en On With The Show, del controversial LP Their Satanic Majesties Request.
Dice Rikkyhardo, quien hace poco más de un año armó el clip: “Las porciones de música de arpa que se escuchan en la canción son parte de la melodía popular paraguaya Pájaro Campana’, del compositor Félix Pérez Cardozo” [la primera porción se escucha a la altura del 1’10” hasta los 1’45” y la segunda dura unos 30 segundos, a partir de los 2’36”].
O sea que en los 15 años transcurridos desde 1952 [cuando volvió a Paraguay luego de iniciar su periplo con Los Guaireños], Luis Alberto del Paraná pasó de vocalista sin fama ni gloria —el Portal Guaraní nos dice que actuaba en los intermedios de las veladas “en los cines Roma y Granados” y agrega que, “Los carteles lo anunciaban como ‘EL AS DEL BOLERO CENTROMERICANO’ ”— a ser, sin discusión alguna, el embajador de la música paraguaya a nivel mundial, hasta su muerte a causa de un derrame cerebral, el 15 de septiembre de 1974.
Noten, por cierto, que Rikkyhardo da a Félix Pérez Cardozo el mérito de ser el compositor de Pájaro Campana. En realidad, es una historia más complicada, como podrán percatarse en los distintos sitios web citados.
Pérez Cardozo fue, en efecto, un arpista de renombre, pero versiones distintas que cita el Portal Guaraní confirman que la autoría corresponde, más bien, a otro paraguayo, Carlos Talavera, quien inicialmente la compuso para guitarra.
Es probable, asimismo, pero esa no es una conclusión que figura por ningún lado en los materiales revisados en el Portal Guaraní, que otro guitarrista paraguayo, Agustín Pío Barrios, contribuyese al éxito de Los Guaireños en su recorrido desde Paraguay hasta México.
La nieta del compositor, en imagen de Portal Guaraní
La versión en guaraní
El maestro Mangoré —en algún momento adoptó el nombre artístico “Nitsuga Mangoré (Nitsuga por inversión de Agustín, y Mangoré por el nombre de un cacique Timbú del tiempo de la Colonia)”, dice uno de sus biógrafos— incluía en su repertorio melodías del folclore popular paraguayo. Según Wikipedia

“Se sabe que Barrios interpretaba obras populares paraguayas tales como ‘Campamento Cerro León’, ‘Londón Carapé’ , ‘Guyrá campana’, ‘Mamá Cumandá’ ”, y agrega que Guyrá campana es un ejemplo muy interesante, porque “parte del material se puede escuchar en la grabación de Barrios de ‘Caazapá — Aire Popular Paraguayo’... Aunque ‘Guyrá campana’ es música tradicional, hay muchos que sostienen que está estrechamente asociada con el guitarrista Carlos Talavera (oriundo de Caazapá), a quien Barrios conocía”.
Más detalles sobre Mangoré y su obra se pueden encontrar en esa página web del biógrafo al que aludíamos arriba, Luis Szarán.
Además de los videos de Luis Alberto del Paraná y muchos otros intérpretes, en youtube se encuentra uno con decenas de otras versiones de Pájaro Campana — si quieren comparar cuán fiel es la popular melodía a la vida misma, hagan clic en el hiperenlace del pie de grabado en la imagen del ave incluida arriba, para escuchar el sonido de su canto en la grabación realizada, según la página web, por Rodrigo dela Rosa de Souza.
En esta versión con letra en español de Karoso Zuetta, la interpretación es de la cantante Nerina Bader.
Una de las versiones más interesantes de Pájaro Campana puede escucharse en esta página de Portal Guaraní, con la nieta del compositor caazapeño, Mirta Noemí Talavera, vocalizando en guaraní (el audio en este otro clip de youtube divulgado por Paraguay Pu, se los suministró Daniel Torales) los versos de Félix Fernández, en el arreglo para arpa de Pérez Cardozo.

Thursday, September 12, 2013

My Heroes Have [Not] Always Been Cowboys – iv

Nada de vaquero pero sí un héroe, decía —a la conclusión de mi entrega anterior— que debió titularse la introducción a la síntesis de la vida de William Tyndale [el esbozo biográfico en español se encuentra aquí].
El apunte biográfico es lo suficientemente detallado como para apreciar la magnitud de la empresa a la que Tyndale dedicó su vida.
Es una empresa que incide tanto en la libertad religiosa, de culto, como en la libertad de expresión.
Mientras en una era de genuina efervescencia religiosa, cultural, política, etc., las estructuras establecidas del poder insistían en mantener la Biblia [las Sagradas Escrituras] a distancia de los fieles —porque el latín no era, precisamente, el lenguaje de las masas— Tyndale [como Martín Lutero y muchos otros] abogaba en contrario.
No es solo una gran obra literaria
No es solo una gran obra literaria

Es Cipriano de Valera, el revisor de la traducción al español de la Biblia por Casiodoro de Reina, uno de los que denuncia en el prólogo de su Biblia del Cántaro el absurdo de las autoridades eclesiásticas.
Dice, luego de mencionar a uno de sus opositores: “[B]asta saber que el Espíritu Santo dictó la Sagrada Escritura en lenguas vulgares y comunes que todos en aquellos tiempos entendían, que eran la Hebrea en tiempo de los Profetas, y la Griega en tiempo de los Apóstoles; y que para que todos la lean la dictó, no exceptuando sexo ni edad, ni cualidad de persona alguna”.
Si la Biblia en sus principios se conoció y se propagó en el lenguaje de las masas: hebreo, en el caso del Antiguo Testamento, y griego, para el Nuevo, ¿a qué circunscribirla entonces a un entorno elitista manteniéndola en latín?
Tanto al leer esa cápsula biográfica como cualquier otro dato relacionado con Tyndale, a nadie escapará la mención casi obligatoria que se hace de su aporte a la lengua inglesa, justo ahí a la par de William Shakespeare —el referente en términos del idioma junto con la Biblia del Rey Jacobo [o Jaime, según algunos], la cual refleja en más de un 76% la labor de Tyndale.
No han faltado nunca y persisten quienes consideran a la Biblia “una fabulosa obra literaria”.
No se equivocan. Pero no es solo eso.
¿Se acuerdan de David, el héroe de escuela dominical? A él se le atribuye la autoría de muchos de los Salmos, poesía pura todos. En una de las entregas de esta serie mencioné como, una vez crecemos, David pasa de héroe a simple ser humano, con las mismas flaquezas que cualquiera de nosotros.
Tyndale y muchos otros, creo yo, entendieron que David no es solo ejemplo de ingenio literario ni de flaqueza humana, sino muestra de la bondad divina, de la redención producto del arrepentimiento.

Google Maps en Galápagos: para quedarse boquiabiertos

Y bien, llegó la hora del almuerzo.
Voy a las Galápagos y vuelvo en media hora.
Sí, sí. Oyeron bien.
De esta especie viene su nombre
Galápagos: De esta especie viene su nombre
Mi receso del almuerzo para hoy, jueves 12 de septiembre de 2013, es una visita el archipiélago ese en el Pacífico que Charles Darwin hizo famoso hace ya 178 años.
Cortesía de Google Maps, naturalmente.
Me explico.
Hace aproximadamente seis meses, Google Maps dio a conocer la iniciativa conjunta con la Charles Darwin Foundation y el Parque Nacional Galápagos de Ecuador, para difundir las imágenes panorámicas que se captarían como parte del proyecto Street View Trekker.[Si hacen clic en Galápagos, en el pie de grabado superior, podrán ver todo el show].
Las imágenes están disponibles a partir de hoy en la web, “no solo para que quienes viajan desde la comodidad de su silla frente a la computadora puedan disfrutar de las islas, sino también para desempeñar un papel instrumental en la continuada investigación del ambiente, la conservación, los patrones migratorios de las especies animales y el impacto del turismo en las islas”, nos dice Google Maps.
De tener el tiempo suficiente, cualquier cibernauta podrá también participar en el proyecto Darwin por un Día, que pretende involucrar de manera más directa a ciudadanos del mundo entero en la preservación del archipiélago.
Las imágenes que ilustran esta entrega son, naturalmente, capturas de pantalla que he realizado durante mi corta visita.
Una de ellas, la del alcatraz patiazul, me ha hecho recordar —con el fragmento ese de la descripción de Wikipedia de que, para cortejar a las hembras los machos despliegan sus patas “levantando una y después la otra”— el chiste aquel de la lora que asombraba a medio mundo porque, según de cuál pata le tirasen, recitaba de memoria una oración.
Si levanta las dos a la vez, se cae
Si levanta las dos a la vez, también se cae

Tanto revuelo causó la lora que al prelado local no le quedó más remedio que investigar .
Tras establecer que tirar de la pata izquierda hacía que la lora recitase una cierta oración y otra, distinta, al tirar de la derecha, el prelado no pudo contenerse:
— ¿Y qué pasa si tiro de las dos al mismo tiempo?
Responde la lora:
— ¡Me voy de c…!
Bueno, nadie les tirará de ninguna extremidad, pierdan cuidado.
Pero, se los puedo asegurar, se quedarán con la boca abierta ante las impresionantes imágenes.

Monday, September 9, 2013

My Heroes Have [Not] Always Been Cowboys - iii

Esta es una historia que he escuchado en varias ocasiones, prácticamente desde mis años de escuela secundaria.
Una de ellas fue hace unos cuantos años, cuando un comediante sacó el tema a colación en uno de esos programas nocturnos de la TV.
La más reciente fue hace apenas unos días, cuando el tema fue parte de la respuesta en el torneo anual para adolescentes [Teen Tournament] del show Jeopardy.
Lo más probable es que la mayoría de ustedes sepa [los católicos están más que familiarizados con el tema] que el Vaticano tiene un santo patrono para tácitamente cualquier tipo de actividad que a uno pueda ocurrírsele.
Traducción al inglés de la Biblia por William Tyndale, imagen de wikipedia commons
Que la Palabra la conozcan todos

En esta página web, por ejemplo, leerán de Lorenzo, uno de siete diáconos a los que se había confiado la asistencia a los pobres y los necesitados en Roma allá en torno al AD 258.
En los detalles, se darán cuenta de que Lorenzo fue martirizado porque se negó a entregar al prefecto romano de la época la fortuna eclesiástica que el religioso, supuestamente, ocultaba.
Se le condenó, dice la página web, “a una muerte cruel y lenta. Al santo se le ató sobre una parrilla y encima de una hoguera que, poco a poco, quemaba su piel, aunque Lorenzo ardía con tanto amor por Dios que prácticamente no sentía las llamas. De hecho, la fuerza y el gozo que Dios le dio fueron tan grandes que hasta bromeó. ‘Denme la vuelta’, le dijo al magistrado. ‘¡Por este lado ya estoy hecho!’ ”.
La versión en español de este otro sitio apunta que, justo antes de morir, Lorenzo habría dicho a sus verdugos: "La carne ya está lista, pueden comer".
Al parecer, el estoicismo de Lorenzo bastó para que se le designase santo patrono de los cocineros, un hecho que el comediante al que aludí antes consideró más que jocoso [Lorenzo es también invocado como patrono de los archivistas, bibliotecarios, curtidores y mineros, según el sitio en español que cito arriba].
Los datos sobre Lorenzo pueden encontrarse también, de manera casi idéntica, en Wikipedia, donde se le cataloga como patrono de “cocineros y chefs” —se omite a los archivistas, mineros, bibliotecarios y curtidores— y se incluye una nota de cautela en torno a la leyenda que mencionamos.
Los historiadores, nos dice la ciberopedia, apuntan que la forma en que Lorenzo fue, supuestamente, martirizado, contrasta con la decapitación que la ley prescribía para la ejecución de diáconos y otras jerarquías eclesiásticas.
Y agrega la teoría de otro historiador en torno a cómo pudo haber nacido la tradición sobre la parrilla: “Él postula que fue resultado de una transcripción errónea, que al omitir accidentalmente la letra ‘p’ convirtió la fórmula solemne y acostumbrada de anunciar la muerte de un mártir —passus est (‘padeció’, o sea, fue martirizado)– en assus est (‘lo asaron’)”.
[Incidentalmente y ya que estamos hablando sobre santos patronos, este bien podría ser el momento oportuno para recordar lo sucecido con la historia de Chad, también un obispo católico de la segunda mitad del Siglo VII que figuró de manera prominente en artículos noticiosos en el 2000, cuando se le atribuyó ser el “santo patrono de las elecciones”. Según nos dice Wikipedia, la especie en torno a Ceada o Ceades, su apelativo en español según este otro sitio, carece de veracidad: “Debido a la forma más bien confusa en torno a los nombramientos de Chad y las referencias continuas a los 'chad' —los pedacitos de papel en el reverso de las papeletas electorales remanentes del uso de las máquinas de votación por los votantes— durante las elecciones presidenciales (esadounidenses) del 2000, se sugirió de manera más bien jocosa que Chad es el santo patrono de los procesos electorales irregulares. De hecho, no hay ningún santo patrono oficial de las elecciones, aunque Tomás Moro sí sea el de los politicos”.]
No he traído a cuento a Lorenzo de Roma [¡Bueno, vale, San Lorenzo, ya que insisten!] porque haya interés alguno de mi parte en hacer mofa de la tradición sobre la manera en que lo ejecutaron.
Tampoco porque lo considere un héroe aun cuando [prescindiendo de llamarlo santo, porque mis creencias no van por ahí] no tenga ningún problema en considerarlo un mártir.
Pero deben aceptar que uno bien podría hacer cualquiera de las dos cosas, dependiendo de su nivel de cinismo o de si se cuenta a sí mismo entre los miembros de la grey católica.
Nada de vaquero pero sí un héroe, fue inicialmente el título que pensé dar a esta entrega introductoria sobre William Tyndale, cuya biografía les informará sobre cómo se convirtió en mártir.

Friday, September 6, 2013

Más allá de Salarrué y Roque

En cuestión de unos tres años habrán de cumplirse cuatro décadas [dos juventudes, si se quiere] de la ocasión aquella en la que yo y un colega latinoamericano sosteníamos un acalorado intercambio sobre la literatura regional.
El debate —porque la conversación distaba mucho de ser un diálogo— quedó inconcluso y no pude entonces ni puedo decir ahora que hubiese un ganador. Más bien cabría decir que hubo una pérdida: la de la cordura de mi oponente.
“¿Qué sabes tú de literatura? ¡La única figura de importancia que ustedes tienen es Salarrué!”, dijo mi interlocutor, antes de abandonar la liza.
Regalo literario de Navidad
Regalo literario de Navidad

Para los que llegaron tarde, como solía decir Lee Falk a los lectores de su tira cómica sobre El Fantasma [El Duende que Camina, era su alias], Salarrué ES un escritor salvadoreño reconocido a nivel mundial. Y Roque Dalton, a quien también menciono en el título de esta entrega, posiblemente el que primero venga a la mente cuando se habla, en el exterior, de poetas salvadoreños.
Recuerdo el exabrupto de mi oponente en el frustrado intercambio porque hace ya varios meses que tenía en el tintero esta entrega sobre uno de los trabajos más completos en torno a la historia y el estatus actual de la creación literaria en El Salvador.
Hasta donde yo sé, “Literatura: Análisis de situación de la expresión artística en El Salvador” —cuya autora es Tania Pleitez Vela, bajo los auspicios de la Fundación AccesArte—  solo se ha publicado en español.
Es, créanmelo, un verdadero regalo de Navidad. Adelantado, en cierto modo, aun cuando esté en circulación desde hace ya aproximadamente un año.
Puesto que puede descargarse sin cargo alguno en varios URL por ahí dispersos, como el mencionado arriba o en este otro, quizá lo más aconsejable sería bajarlo ya mismo, antes de que a alguien por ahí se le ocurriese poner alguna traba al acceso gratuito.
[Y claro, ya lo sé, a lo mejor también alguno de ustedes sea renuente a recibir gratis cierto tipo de cosas, de manera que si les place bien podrían pensar en hacer una donación a la autora —que para ese fin tiene, por ahí, un hiperenlace en su sitio web— o algún otro tipo de respaldo o apoyo a la Fundación].
La obra de poco más de 400 páginas ha estado disponible en CD [como también en línea] desde septiembre de 2012. El libro resume la investigación de Pleitez Vela en un período aproximado de dos años previos a la publicación.
En la primera parte del libro, unas 95 páginas, Pleitez Vela plantea lo que llama un “Esbozo para una historiografía literaria salvadoreña”, mientras que el resto [se excluyen, naturalmente, las secciones de reconocimientos, listados, etc.] aborda el “Estado de la cuestión literaria en El Salvador”, en un sumamente detallado y exhaustivo análisis de la creación literaria en El Salvador de 1980 a 2011.
Las fechas son de importancia extrema: en los primeros 12 de esos 32 años, El Salvador fue escenario de una de las más sangrientas guerras de baja intensidad en la historia latinoamericana y tanto las raíces como las heridas y las cicatrices de esa guerra siguen muy visibles a la fecha.
La violencia, esta vez con un sustrato eminentemente delincuencial o criminal, antes que político, aún caracteriza el hacer cotidiano en El Salvador.
Dice Pleitez Vela: “El propósito principal de esta investigación es realizar un diagnóstico del tejido literario” salvadoreño.
Al presentar el estudio, Pleitez Vela nos dice: “Quizás uno de los comentarios más trillados que hemos escuchado los salvadoreños en los últimos tiempos, al menos alguna vez, sea el siguiente: ‘En El Salvador a nadie le interesa la literatura’. Sin duda se trata de un comentario tópico, herencia casi siempre de los estereotipos. En otras ocasiones también hemos escuchado con tono despectivo: ‘ese es un escritor burgués’ o, por el contrario, ‘esa es literatura subversiva’. Sin embargo, ¿qué es lo que ha causado que estereotipos como estos se mantengan revoloteando en el ambiente?”
Luego, Pleitez Vela inicia la descripción de sus conclusiones con la siguiente anécdota: “Hace poco, en el centro de San Salvador, en el muro de la Casa de las Academias, se hizo una pinta durante una manifestación: ‘Cultura para qué, si el pueblo tiene hambre’ ”.
Estereotipos todos, naturalmente, y contraposiciones absurdas, pienso yo.
Menos afortunada —por lo menos hasta donde una búsqueda en Google me permite asegurarlo— ha sido la escasa acogida del destacado estudio.
Puede que me equivoque, que haya habido por ahí foros y debates y que con cierta frecuencia se hable del tema: al menos en los centros de estudio, ya que no en los medios de comunicación.
Pero si yo fuese a juzgar por los resultados que arroja Google, las evidencias de que eso sea así es poca.
Aparte de las divulgaciones emprendidas por la autora misma y los comunicados de la Fundación, en las semanas posteriores a la publicación hubo apenas tres artículos principales sobre el libro.
Uno de ellos fue la entrega que Rafael Francisco Góchez publicó en su blog en octubre de 2012 [para que quede claro: el escritor es mi sobrino y uno de los entrevistados y citados por Pleitez Vela en el estudio.]
Otras dos colaboraciones: una de mi amigo escritor Miguel Huezo Mixco y la segunda de su esposa, María Tenorio, figuran de manera prominente en los resultados de Google. [No fue sino hasta febrero de 2013 que el matutino La Prensa Gráfica publicó, en su sección de Espectáculos, otra reseña].
Al igual que Góchez, Miguel es también una de las fuentes para el estudio —citado de manera profusa, apunto— y tanto él como su compañera son parte del equipo de la Fundación que trabaja en el proyecto global.
La circunstancia [válido esto para Rafael, Miguel y María] no resta ninguna validez a sus artículos en Internet o los diarios salvadoreños.
Si acaso, creo yo, el conocimiento de los tres debería dar aún más peso a su opinión.
Mientras, busco el email del colega este del truncado debate para mandarle el URL y desasnarlo.

Wednesday, September 4, 2013

My Heroes Have [Not] Always Been Cowboys - ii

“¿Camino? ¡Adonde vamos no necesitamos ningún camino!"
Como recordarán ustedes, esa es la frase que el doctor Emmet L. Brown [el personaje que interpreta Christopher Lloyd] pronuncia en la escena final del Capítulo Uno en la trilogía Back to the Future.
Ni vaquero ni cantante
Ni vaquero ni cantante

Brown responde así a la advertencia que le ha formulado Marty McFly [Michael J. Fox], en el sentido de que el camino por delante puede no tener la extensión suficiente como para que el DeLorean modificado alcance la velocidad de 88-mph necesaria para que ellos puedan dar el salto tetradimensional hacia el año 2015. [A ver si pueden imaginarse esto: de no ser porque se trata de una película de ciencia ficción, McFly y compañía estarían por culminar ese viaje en tiempo y espacio en cuestión de poco más de 24 meses].
Aunque ninguno de los dos —McFly o Brown— satisface los requisitos para que podamos catalogarles como el héroe tradicional o clásico, creo que bien podríamos considerarles a ambos como buenos ejemplos de lo que ha dado en llamarse “héroe de ficción contemporáneo”.
Y por lo que concierne a la relación interpersonal de ambos en la ficticia comunidad californiana de Hill Valley, es muy probable que no nos equivocásemos al afirmar que para Marty McFly el científico es alguien al que considera especial… es decir, un personaje con características de héroe.
Lo digo en un sentido descriptivo, no que en momento alguno yo les haya considerado “héroes” míos.
Nada más ver a Michael J. Fox ataviado con esa vestimenta de “vaquero” en las escenas iniciales de BTTF III me hizo acordarme, de inmediato, del retrato familiar en el que mis padres posaron conmigo y mis dos hermanos menores allá a mediados de la década de los 50.
Alistándose para un nuevo salto… esta vez al pasado
Alistándose para un nuevo salto… esta vez al pasado

Quienes hayan leído una de mis entregas anteriores rememorando a mi padre se acordarán de que el recorte de ese retrato ilustró el post en el cual dije que Payito, como lo llamamos siempre, era mi héroe.
En la captura de pantalla que aquí incluyo de las escenas de BTTF III, McFly se está preparando para dar el salto hacia 1885 a fin de rescatar al científico Brown [o sea, el Doc Brown de 1985, no el de 1955 en la escena en el autocine] de una muerte casi segura.
Esa escena me hizo reír porque el vestuario de McFly era exactamente el que todos los pequeños de esa época deseábamos tener. Respondíamos, sin duda alguna, a lo que los “vaqueros cantantes” de las películas nos representaban como la realidad y lucir tan coloridas vestimentas nos hacía emprender el viaje hacia un mundo fantástico … ¡sin que hiciera falta ningún camino!
Con el tiempo, naturalmente, la mayoría de todos nosotros comienza a prescindir de héroes. Lo que importa no es cuándo ni cómo se da ese cambio, sino el que nuestra admiración se esfuma. Ya no queremos ser más el galán de sombrero blanco o el superhéroe de los cómics.
Comenzamos a discernir.
David deja de ser el heroico paladín que con honda y pedruzcos como solo armamento mata al gigantesco adversario. Sí, su palabra y su fe siguen siendo merecedoras de reconocimiento, pero es ahora un ser humano falible que trama el asesinato de su víctima inocente a fin de quedarse con la viuda.
En la moderna vida contemporánea, el asesor espiritual que alaba el matrimonio desde el púlpito se esfuerza al máximo para destruir a una pareja —no tiene uno que ser afectado directamente por un caso así ni tampoco ser testigo directo para darse cuenta de que no se trata de historia antigua, sino de cosas que se dan todo el tiempo.
Déjenme contarles, ahora, de un héroe.

Sunday, September 1, 2013

Los perdedores de siempre

Una de mis amistades con la que tengo siglos de no cruzar palabra [hasta los segundos parecen siglos cuando el silencio —justificado o no, por cualquiera que sea el motivo— tiende su abismo entre dos personas] me manifestaba, en una cierta ocasión, su desencanto por la manera como la patraña y el engaño permean actualmente el deporte.
¿Prestos a escuchar la voz del amo?
¿Prestos a escuchar la voz del amo?

La mención solo viene a cuento a manera de introducción de esta entrega, de modo que si evito recrear la conversación no es porque carezca de importancia alguna. Y aunque —a diferencia de lo que ahora escribo— el tema de esa conversación no fuese el fútbol, aludo a esa charla anónima porque la evaluación de esta persona, como lo demuestran los sucesos cotidianos, es acertada.
Sin ser en modo alguno iluso —lo he sido más de alguna vez— discrepé entonces de la premisa de que “todo el deporte”, sin distinción de disciplinas específicas o nivel de profesionalización, es una sentina de amaños.
Más pragmático que ingenuo, diría yo, mantuve entonces y mantengo aún mi criterio de que siempre ha habido y habrá quienes compitan deslealmente.
Eso no significa, sigo pensando, que a todos los deportistas, especialmente a los profesionales, deba cubrírseles con la misma frazada de inmundicia. Lo mismo vale tanto para los semi-profesionales como para los atletas olímpicos.
Hay quienes hacen trampa con la intención de ganar.
Tres días después de que yo reportase desde Seúl, Corea del Sur, que el canadiense Ben Johnson había triunfado en los 100 metros planos de la Juegos Olímpicos de 1988 y logrado su hazaña “con 47 poderosas zancadas hacia la meta” —fueron 48, dice la BBC—, el Comité Olímpico Internacional lo despojó del oro tras comprobarse que el triunfo no era de Johnson, sino de los esteroides.
El escándalo fue mundial, pero no fue sorpresa para muchos.
Justo después de que el COI informase de lo sucedido con Johnson, me acerqué al velocista norteamericano Edwin Moses para obtener su reacción: “[El dopaje] es algo que todo el mundo sabe se está dando”, me dijo.
Traigo a cuenta el caso de Johnson y las palabras de Moses porque son experiencia propia, pero igual podrían mencionarse —en esto de quienes hacen trampa con el deseo de ganar— el gol espurio de Diego Maradona en el Mundial de México ’86 [diga usted lo que quiera, celébrelo si le parece, pero ahí no hubo mano divina alguna] o el uso extendido de drogas y fármacos entre peloteros de Grandes Ligas.
En mi país nativo, los amaños no han tenido el triunfo como deshonrosa meta. 
De hecho, no tienen nada que ver con el deporte.
Llámele usted avaricia o desvergüenza, explíquelo como mejor le guste [que los jugadores vienen de hogares pobres —o sea, que ser pobre es sinónimo de ser maleante— o no reciben la paga que se merecen, por ejemplo], pero eso de armar contubernios con mafiosos que controlan las apuestas en el fútbol a nivel internacional es simple y llanamente conducta criminal.
Las noticias están por ahí, en todos los periódicos nacionales y en los despachos de las agencias de prensa internacionales, y son lo bastante fáciles de encontrar como para que ustedes me disculpen por no incluir ningún hiperenlace.
”Jugaron como nunca —perdieron como siempre”, fue la reacción de una de mis sobrinas —ginecóloga ella y, como todo buen salvadoreño, hincha incondicional del equipo que supuestamente debe defender los colores patrios— a una reciente derrota del combinado guanaco también conocido como La Selecta en la llamada Copa de Oro, durante la cual se dieron a conocer las primeras noticias del presunto fraude de muchos de los seleccionados. 
Su comentario me hizo recordar El Fútbol de los Locos, el cuento de nuestro compatriota Álvaro Menen Desleal [el nom de plume que el autor armó con sus dos apellidos legales, Menéndez Leal], quien durante su vida tampoco fue ni extraño ni adverso a patrañas y argucias, como podrán leer en Talpajocote, el blog del buen amigo y colega Miguel Huezo Mixco.
En el cuento, publicado a principios de la década de los 60 pero que Álvaro bien pudo haber escrito a fines de los 50, el autor narra un supuesto partido entre pacientes y enfermeros de un hospital psiquátrico.
El organizador de la contienda es el joven director del centro, empeñado en “evidenciar así la gran importancia que concedía a los nuevos métodos de la psicoterapia”.

Sigue el autor:


”El plan no había sido acogido con mucho entusiasmo. ¿Los locos, uniformados con pantaloncitos y camisetas azules, jugando al football con los enfermeros cada domingo? ¡Quiá! ¿Y qué pasaría si los locos, al verse con media docena de goles en su contra, se enfurecían y atacaban a los espectadores…” [las negritas y el anglicismo, apunto, son del autor en su original].


Según nos dice Menen Desleal, sucedió todo lo contrario. Mientras los pacientes anotan uno y otro gol, al parecer sin esfuerzo alguno, para los matasanos tanto los parales y el travesaño como el mismo arquero rival eran “inexpugnables como murallas de piedra”.
Y el panorama se complica aún más para los enfermeros, nos dice Álvaro:


”Locos de contento, los locos hicieron dos o tres goles más. Locos de cólera, los enfermeros no lograban hacer uno”.


La narración [según fue publicada en la década de los 60 en la página de Filosofía, Arte y Letras de El Diario de Hoy] culmina como pueden leer abajo:

Más dañino que la ficción
Más dañino que la ficción

Para la ficción, el ardid del reflejo pavloviano al que recurrieron los enfermeros en el relato de Menen Desleal. En la vida real, hay también quienes susurran al oído y quienes, nada más escuchar el susurro, obedecen a su amo.
Álvaro anticipó, sin quererlo, la historia.
Por motivos distintos otro de sus contemporáneos y escritor, Roque Dalton, hizo lo mismo en su Poema de Amor, cuando nos dice que son, los salvadoreños:

los siempre sospechosos de todo

("me permito remitirle al interfecto
por esquinero sospechoso
y con el agravante de ser salvadoreño")

Vístanlos de azul, como a los locos del cuento, y llámenles, “Los perdedores de siempre”.