Tuesday, February 28, 2012

... traga más pinol

Debe haber por ahí algún método exacto, sumamente preciso que ayude a determinar la frecuencia con que se usan las palabras en el habla cotidiana.
Si lo hay, tengan ustedes por seguro que no lo tengo a mano.
Conjeturo sobre la existencia de un método así porque ve uno la manera en que se incorporan en el DRAE —o se los excluye— ciertos vocablos y la conclusión debería ser, me parece, que están en el Diccionario porque como al fin y al cabo el habla la hace(mos) la gente, seguro que se debe a que el uso es (o no es, si se trata de un vocablo excluido) mayoritario.
En otras palabras, pues, que habrá por ahí algún momento en el cual los miembros de la Academia deciden que ya está bien con andar reinventando la rueda, que para eso están las normas referidas al uso de extranjerismos y que es aceptable usar software, en vez de soporte lógico, porque al fin y al cabo, como es bien sabido, todo el mundo dice software.
La democracia (¿gramatocracia?) en acción. También podría llamársele sentido común.

Sunday, February 26, 2012

El que tiene más saliva…

Hidratación es un concepto que se aprende con facilidad.
Pruebe usted a vivir en lugar donde el clima se considera fresco cuando el termómetro registra 32 °C al amanecer y verá como, una vez que se aprenden, los beneficios de hidratarse le resultan algo así como una especie de sabiduría innata.
No que uno pueda presumir siempre de sabio o que la prudencia caracterice siempre su manera de actuar. En lo de hidratarse, digo.
Tanto mi infancia como mi adolescencia transcurrieron en el este de mi país.
Corona de Fuego: pintura de Joaquín Orellana
Hice mis estudios secundarios, por ejemplo, en la ciudad natal de mi madre, donde el sarcasmo de adolescentes nos hacía jactarnos de que hace ahí, “un clima tan frío que con frecuencia cae nieve”.
A lo mejor la frase la inventaron adolescentes de alguna generación previa, pero como nunca la escuché decir a personas mayores de la misma ciudad, estoy seguro de que la mía (mi generación, quiero decir) no se enfadará si le atribuyo la autoría.
Cuando se vive en un lugar así, calificativos a menudo asociados con calor —como tórrido, agobiante, abrasador, tropical, ardiente, asfixiante… y paro de contar— ingresan  rápidemente en nuestro léxico.
Igual que el tema ese de hidratarse.

Sunday, February 19, 2012

Sonidos del Silencio

Una de mis nietas, la número nueve, celebró hoy, domingo 19, su cumpleaños número dos. (Otra más, la número diez, lo celebrará dentro de exactamente una semana).
Nada que ver, ninguna de las dos ocasiones, dirá más de alguno, con el idioma y temas relacionados de que se trata este blog. Totalmente de acuerdo.
Pero aguántenme un pelín y verán cómo la mención sí viene a cuento. Al menos confío en que así sea.
Sin temor alguno, pero con galantería
Muchas veces las cosas suceden de manera inesperada.
Hace apenas unos días, por ejemplo, veía en la TV la competencia anual entre maestros de Jeopardy, el programa ese donde gana el competidor que más rápido responda cuál es la pregunta que corresponde a la definición enunciada por su conductor, Alex Trebek. (OK, OK. Gana quien al final acumula más pasta, pero me refiero a las preguntas individuales, no al resultado del programa).
En la entrevista de rigor dentro del programa, una de las participantes, Jessica Dell'Erea, mencionó que tiene sinestesia, la condición esa por la cual hay personas que básicamente “ven” números o letras con un cierto color.

Friday, February 17, 2012

Algo nuevo bajo el sol

Decíamos, en entregas anteriores, que muchos de los cambios anunciados por la Real Academia Española en los años recientes —tras la última edición de la Ortografía de la Lengua Española (2010)— distaban de ser novedosos, en el sentido de que más bien constituyen un reconocimiento de que lo normado discrepaba de la práctica.
Si acaso, decíamos, las medias tintas esas en torno al punto decimal, cuyo uso es ahora una recomendación de la RAE, “aunque se sigue aceptando la coma (decimal)”, no dejaba de ser la expresión formal de algo ya reconocido desde principios de siglo en el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD).
Con todo y lo impresionante que sea esa aceptación de la costumbre y la práctica (porque la recomendación va más allá del campo puramente gramatical, del ámbito de la ortografía, y afecta sectores como el comercio internacional), no extraña que el mayor énfasis de la RAE (y organizaciones asociadas como la Fundéu BBVA) esté en temas como el relacionado con el uso de la tilde diacrítica enel adverbio solo.
Si alguna vez llegáramos a encontrarnos con alguien que afirmase, tajante, que a partir de ahora (o de la fecha que opte por mencionar) la Academia ha proscrito el uso de la tilde en el adverbio solo, bien podríamos argumentar que, bueno, sí pero… a lo mejor, no.
Veamos, primero, un documento más reciente, el ya mencionado pdf de la Fundéu BBVA con Novedades de la Ortografía:


Nótese la frase inicial: no debe tener tilde nunca cuando no hay riesgo de ambigüedad.

Wednesday, February 15, 2012

Concisión y laconismo

Esa capacidad de síntesis que tienen ciertos términos, en cualquier idioma que podamos pensar, no tiene nada que ver con braquilogía, una figura retórica que ingresará al Diccionario de la Real Academia Española en su próxima vigésima tercera edición.
Nada que ver tampoco con otra figura de construcción, la elipsis, término que nos ha sido más familiar a lo largo de los años, similar a la braquilogía pero, como figura gramatical, ligeramente distinta.
Falta el café para que sea coffee-break
La definición del DRAE sobre braquilogía, “Expresión corta equivalente a otra más amplia o complicada”, y el ejemplo subsiguiente, me creo honrado por creo que soy honrado, puede inclusive que hagan más difícil de comprender en qué consiste esa figura retórica.
Un ejemplo más claro, en mi opinión, sería el “¡Buenas!” con que suele acortarse la expresión “¡Buenas tardes!”.
Otros ejemplos que menciona uno de los expertos de un sitio web en Estados Unidos, Richard Nordquist, son las expresiones en inglés coffee-break y social disease, a su vez citados previamente por otros filólogos o lingüistas.
La primera, dice la cita que proporciona Nordquist, es la expresión usada para referirse al "receso para tomar un café" y la otra (a su vez un eufemismo por enfermedad venérea) para aludir a una "afección contraída a través de un estrecho contacto (social)".

Monday, February 13, 2012

Ni saudade ni morriña

Con vallenato pasa, en inglés, lo mismo que sucede con rap en español.
No hay un término equivalente y, por lo tanto, la única opción para incorporarlo a la lengua es asimilarlo. Pero nada de eso significa que no pueda dársele sentido o interpretación, que no se lo pueda definir: que sea intraducible.
En este caso,  mamihlapinatapai   
Sea que optemos por el escueto “ 'folk song (about local events)' in Colombia” del Oxford, por el comparativo y aún más breve “Colombian bluegrass” o por una definición todavía más extensa, el vocablo es traducible.
Lo que nos trae al dicho frecuente ese, la creencia extendida (la escucha uno a menudo entre los reporteros de la televisión norteamericana, pero no se limita a ese entorno) de que hay una grandilocuencia innata en el español y que no hay, en nuestra lengua, voces sin equivalente inglés.
Oigo eso y pienso, de inmediato, en estrenar, un verbo español para el cual (me atrevo a asegurar, pero bien podría estar equivocado) no hay uno equivalente en inglés.

Sunday, February 12, 2012

Ventajas del multiculturalismo

Tiene sus ventajas, esto de vivir en un entorno multicultural.
Hace unos días, por ejemplo, veía en la página de facebook de uno de mis contactos el comentario suyo sobre unos cursos en línea de náhuatl (o nahua) que alguien le había referido. Abro una de las páginas web del curso y de inmediato reconozco, de entre la transcripción de decenas de términos del idioma indígena, uno que escuché desde niño, tapiscar.
Todos tapiscados, aunque ninguno sea maíz
No sé en qué momento ingresó a las augustas páginas del DRAE el verbo que describe la cosecha (la definición en el mataburros se refiere a recolección) del maíz, pero me atrevería a asegurar que no estaba ahí cuando yo lo conocía ya de pequeño.
Eso de que el multiculturalismo tiene sus ventajas vale también para casos como el que relato a continuación, en los que no le queda a uno más remedio que contener una sonrisa, la verdad sea dicha, hacer un verdadero esfuerzo para no soltar una carcajada porque, al fin y al cabo, es simplemente cuestión de regionalismos.
Mientras espero a que alguien despache mi pedido en la tienda adyacente al supermercado que suelo frecuentar para compra de víveres, escucho a una de las empleadas decir a alguien: “Iba a llamarte, pero entre una cosa y otra me empalomé”, con el sobrentendido de que no lo hizo.

Saturday, February 11, 2012

La maestra

Hace ya bastante tiempo que por primera vez publiqué, en otra parte, la historia que titulé The Teacher y que reproduzco inmediatamente abajo de esta nota.
Al releerla me percato de que tiene algunos errores, pero la reproduzco tal como la dí a conocer la primera vez porque, al fin y al cabo, ya tiene algún tiempo de estar por ahí.
La escribí en los días posteriores a la muerte de mi madre, en agosto de 2008, cuando ella había cumplido ya 93 años y medio.
Ellas practicaban la lección, yo la absorbía
El título de mi corta remembranza aludía no solo a su profesión de maestra, que ejerció desde mucho antes de que yo naciese, sino también al hecho de que fue ella, tanto al prodigar sus conocimientos de manera casi constante y con los relatos que yo me deleitaba infatigablemente en escuchar una y otra vez, quien plantó en mí el deseo de aprender cuanto más pudiese.
Nada hay de jactancia en el relato, aunque bien pudiera ser que alguien se vea tentado a pensar así. Rememoro la forma en que mi abuela paterna y otros de mi familia aseguran que yo aprendí a leer, casi al mismo tiempo que aprendí a caminar. Pero el recuerdo no es alarde alguno, sino un homenaje a la manera solicíta en que mis tías cuidaban de mí: mientras ellas practicaban la lección, conmigo en brazos, yo absorbía los trazos y los sonidos de las letras. (Solícito fue también el cuidado que ambas prodigaron a mi madre, valga la pena agregar, durante sus últimos años, cuando la vida nos impidió a muchos de sus hijos hacer lo propio).

Friday, February 10, 2012

Listo para el "finde"

“¡Mmmm, pues yo diferencio entre bañera de hidromasaje y jacuzzi!”, chateaba una amiga sevillana, horas después de que A pie juntillas estuviera por ahí en la web. Y coincidimos en que, como ya dijimos antes, no se trata de si adaptar o no las voces extranjeras a la grafía española es permisible.
El tema es cuándo esa búsqueda de uniformidad es aconsejable.
Eleva una cometa, no solo en "finde" 
En el caso de jacuzzi, creemos, no lo es, por cuanto la condición de marca registrada lo prohíbe. Y por otro lado, está esa visible discrepancia de la RAE: mientras el Diccionario Panhispánico de Dudas sugiere adaptar la grafía, el DRAE mantiene la original.
Nada de eso supone desconocer lo que con frecuencia se da a nivel de uso popular.
Se pide un Kleenex®, aunque esté claramente a la vista en el paquete que se trata de una toallita desechable de otra marca. Y ya nadie usa más pañales desechables, sino que Pampers®, aunque —de nuevo— sea otro el fabricante.
Hay por lo menos un país de América Latina en donde la gente llega todavía a las tiendas a pedir Fab (un detergente para lavar ropa que al parecer dejó de comercializarse hace muchos años en ese país). Cualquiera de nosotros puede traer a cuento casos similares.

Thursday, February 9, 2012

Lo que llamamos rosa

Aunque Aspirina (con mayúscula inicial) mantiene su condición de marca registrada para el consorcio alemán Bayer en decenas de países del mundo —el DRAE así lo consigna al definir el término—, son también decenas los países (empezando por Estados Unidos) en donde es un vocablo genérico.
No son rosas, pero tienen fragancia
Puedo perfectamente, sin necesidad de obtener autorización alguna del consorcio germano, fabricar aspirina y comercializarla como me plazca.
En las escuelas estadounidenses de periodismo, administración de empresas, derecho y otras disciplinas, aspirina es una mención prácticamente obligada cuando se habla de la protección de la propiedad intelectual o industrial y de temas como los de marca registrada, marca comercial, marca de servicio y otros relacionados.
No se trata aquí de profundizar sobre todos esos temas y hay sitios web, como el de la Oficina Española de Patentes y Marcas, que ponen gratuitamente a disposición de los cibernautas herramientas tales como la Guía de Patentes y Marcas para ayudar a los profanos a surcar esas aguas.
El tema viene a raíz de la dicotomía esa que abordamos en el post anterior.
La vacilación que puede hacer presa de nosotros cuando el Diccionario Panhispánico de Dudas (y las Novedades de la Ortografía) nos aconsejan usar yacusi, mientras la RAE instruye en el mataburros a preservar la grafía inglesa jacuzzi.

Wednesday, February 8, 2012

A pie juntillas

Hay cosas que de inmediato le hacen pensar a uno en algo divertido.
Bañera de hidromasaje, si es de otra marca
Téngase, por ejemplo, el ya antes citado pdf con Novedades de la Ortografía. Fue nada más leer, ya casi al pie de la página 5, las recomendaciones de la RAE referidas a la g y la j en los vocablos prestados de otros idiomas, que quien se vino a la mente fue el ya fallecido cómico afroamericano Redd Foxx.
El humor de Foxx era impúdico y en más de alguna oportunidad fue sujeto de censura. Puede que muchos de los hispanohablantes que viven en Estados Unidos lo recuerden por la serie televisada Sanford and Son.
Uno de los episodios de esa serie incluyó un diálogo en el cual una mujer latina le pregunta algo, solo que no formula su interrogante con una frase completa, sino que utiliza nada más el pronombre en inglés para “usted” o “tú”.
Mujer:                                          You? [¿Y usted?]
A lo que Sanford responde:         No. African-american!
La respuesta de Sanford, que genera una mirada perpleja de la mujer (la cual naturalmente los productores destacan con la risa enlatada de rigor), se explica porque el fuerte acento hispano de la mujer hizo que sonara como si ella hubiese dicho a Foxx:
Mujer:                                        Jew? [¿Es usted judío?]
No somos pocos quienes en más de alguna oportunidad nos habremos topado con episodios similares al aventurarnos a hablar en un idioma extranjero. O que habremos presenciado o escuchado anécdotas de parecido corte.
Aunque esté incluido en Novedades de la Ortografía, el consejo sobre la manera correcta de incorporar a nuestro idioma el término inglés manager nada tiene de novedoso.
El Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD), cuya primera edición circuló en 2005, ya incluye el término y precisa lo siguiente:
Aunque suele pronunciarse [mánayer], como en inglés, en español debe adaptarse la pronunciación a la grafía y decirse [mánajer]. Es común en cuanto al género (→ GÉNERO2, 1a y 3g): el/la mánager.
(Aclaro que consulto el DPD vía Internet, de manera que bien podría ser que todo lo relacionado con [mánayer] —¿o será [mánajer]?— no esté de hecho en la edición impresa y que sí sean novedosas las recomendaciones en el pdf).
Una manera segura de evitarse tal intríngulis en cuestiones de pronunciación sería, naturalmente, conocer a la perfección el Alfabético Fonético Internacional, el cual nos describe los sonidos de cada una de las letras que utilizamos.
Pero eso es prácticamente un imposible. De ahí que uno deba apoyarse en los entendidos para resolver cuestiones sobre pronunciación.
Pero también debe uno ser cuidadoso y aludo, con ello,  a lo siguiente en el pdf:


Lo de yacusi no es nada nuevo: figura también en el DPD.
Y en este caso, me parece, el Panhispánico—que, como habrán notado, precisa que se trata de una marca registrada— no anda del todo bien.
El término figura actualmente como voz inglesa en el DRAE. Y es por su condición de marca registrada que su grafía se mantiene, según puede verse en el avance de la vigésima tercera edición:

Aun cuando se trate de entendidos, uno debe tener siempre en mente que jamás es aconsejable seguir consejos a pie juntillas.
En pocas palabras, debe uno discernir.

Tuesday, February 7, 2012

Plus ça change...

Bien podría decirse que Jean-Baptiste Alphonse Karr fue un visionario.
Por ahí wikipedia detalla la historia de su familia y los méritos individuales de este crítico, periodista y novelista francés.
El extracto biográfico detalla los destacados logros de Karr en las distintas actividades que emprendió durante su vida.
No importa cuán destacados fueron esos logros.
Karr ha pasado a la posteridad por su autoría de la frase que acortamos para titular esta entrega: Plus ça change, plus c'est la même chose.

Según la norma, debería escribirse 15 000 millones
Algo así como “mientras más cambian las cosas, más se mantienen iguales”.
El epigrama (¿aforismo?) de Karr se publicó en 1849, en el mensuario satírico Les Guêpes (Las Avispas), que él fundó.
Queda descartado, pues, que se estuviese refiriendo al uso de la coma o del punto como separador de decimales al escribir cantidades.
Pero vamos por partes.
Las nuevas normas de ortografía anunciadas hace apenas unos meses por la RAE nos dicen (según el extracto del pdf divulgado por la Fundéu BBVA):


Nótese que se trata de una recomendación de usar el punto decimal, seguida de: “… aunque se sigue aceptando la coma”.
Un cambio, dirán algunos. Bueno, sí… y, al mismo tiempo, no.
Veamos por qué.
Durante más de medio siglo, todos hemos aceptado la existencia de una normativa internacional por la cual se establece el uso de la coma para separar los decimales.
¿Cómo que hemos aceptado?, podrá decir más de alguno, esgrimiendo libro (o mouse —y bueno, ratón, pues— de la computadora) en mano para recordar que el Diccionario Panhispánico de Dudas dice claramente:
“4.4. En los números escritos con cifras, la
normativa internacional establece el uso de la coma para separar la parte entera de la parte decimal: π = 3,1416…” (negritas mías).


Lo de “normativa internacional” referida a la coma decimal se repite aquí:
4. Usos no lingüísticos

“En las expresiones numéricas escritas con cifras, la normativa internacional establece el uso de la coma para separar la parte entera de la parte decimal. La coma debe escribirse en la parte inferior del renglón, nunca en la parte superior: π = 3,1416.” (negritas mías).
Tanto al hablar del uso no lingüístico del punto como del de la coma, el DPD destaca, en el caso del primero, que el uso del punto decimal es “propio de países de habla inglesa y extendido en algunos países hispanoamericanos”.
Agrega: “El uso del punto como separador de la parte entera y la decimal se ha generalizado para señalar la ubicación de las emisoras de radio en el dial: Radio Intercontinental, 104.9.”.
[A lo cual digo, ¡Satamismo! Si nadie puede precisar la última vez en que escuchó a algún locutor invitar a la sintonía de La Romántica 102 coma 9 es porque ese no fue jamás el uso.]
Una precisión similar hace el DPD en ese apartado 4 del uso no lingüístico de la coma, justo inmediatamente después de escribir π con la separación de la coma decimal:
“Pero también se acepta el uso anglosajón del punto, normal en algunos países hispanoamericanos (→
punto, 4.4): π = 3.1416.”

O como dirían algunos en mi país, gallo-gallina. Medias tintas, dirían otros. Lo cual es precisamente la historia en torno al famoso punto/coma decimal.

Dos años antes de que el DPD viese la luz del día, la Oficina Internacional de Pesos y Medidas (BIPM) —la sigla se refiere a su nombre en francés, Bureau International des Poids et Mesures)— anotaba ya, tras la conclusión de su 22ª conferencia general, toda la historia en torno al debate de punto o coma decimal (como se lee ahí, lo de normativa internacional era simplemente la interpretación que se hacía de la Resolución 7 de la conferencia general celebrada en 1948).
Esa parecería ser la conclusión más lógica, en vista de que el documento citado en esa página web agrega, tras resumir la cuestión, que la 22ª conferencia

declara que el símbolo para el separador decimal será lo mismo el punto sobre el renglón o la coma sobre el renglón” (mi traducción)

El documento concluye (reproduzco en la versión original en inglés) diciendo que la conferencia

reaffirms that "Numbers may be divided in groups of three in order to facilitate reading; neither dots nor commas are ever inserted in the spaces between groups", as stated in Resolution 7 of the 9th CGPM, 1948.

O, como dice la RAE en sus nuevas disposiciones de ortografía: “Se recuerda que lo apropiado para agrupar los dígitos de tres en tres es el espacio, no la coma ni el punto”.

Se recuerda, anoto, porque ya lo dice el DPD en su mención de los usos incorrectos del punto:

“5.2. Aunque todavía es práctica común en los números escritos con cifras separar los millares, millones, etc., mediante un punto (o una coma, en los países en que se emplea el punto para separar la parte entera de la decimal), la norma internacional establece que se prescinda de él. Para facilitar la lectura de estos números, cuando constan de más de cuatro cifras se recomienda separar estas mediante espacios por grupos de tres, contando de derecha a izquierda: 52 345, 6 462 749.”


Es usted un genio total, M. Jean-Baptiste: Plus ça change, plus c'est la même chose.

Sunday, February 5, 2012

El rap perdió las comillas (y la bastardilla)


La afición desmedida a la música popular no figuró nunca al tope de mi lista de actividades preferidas.
Los tributos a Messi no son su culpa
Nótese que digo desmedida, como en el caso ese de los extremos a que llegaban y todavía llegan muchos de acampar por horas —y hasta días— a la espera de adquirir entradas para un concierto. Eso vale para cualquier expresión de música, como también para cualquier intérprete.
Ausencia de fanatismo no quiere decir, en modo alguno, alejamiento total.
Lo que de chico y adolescente era el natural resultado de estar al tanto de qué está pasando en derredor, devino luego —ya como profesional— en la observación continua y detallada del hacer cultural, tanto a nivel local y regional, como del mundo entero.
La información que no se lograba de primera mano o por afán personal la suministraban tanto familiares como conocidos. En un post anterior (De motes, sobrenombres o apodos) mencioné al recientemente fallecido Julio Cruz, uno de los integrantes originales del grupo rocanrolero J3T2, que en mis años de escuela secundaria andaba ahí haciendo música.
Otro de mis contemporáneos también ya fallecido, Ricardo Jiménez Castillo (Lord Darkie), integraba junto con otros compañeros de universidad, allá a principios de los 60, el grupo Los Supertwisters, al que por cortesía de este grupo de facebook puede escucharse con esa versión de Tell Me What I Said.
A pesar de la mediatización de la música popular (la cual llevó a que un éxito del rock and roll como Long Tall Sally —aquí en una interpretación de John Fogerty— solo se conociera  en gran parte de América Latina como “Popotitos”), Lord Darkie (y Los Supertwisters) se las ingeniaban para hacerle conocer a uno las versiones originales. Lo mismo podría decirse de otros conjuntos en distintas partes del mundo hispanohablante.
Contemporáneo también es Gil Scott-Heron, de cuyo deceso en mayo de 2011 informó National Public Radio, según pueden ver en la captura de pantalla de la página web incluida arriba.
En modo alguno pretendo, al decir contemporáneo (en vista de que cada uno de los dos músicos a quienes previamente he mencionado sí lo fue), conocido de manera personal.
Distinto es el caso de su obra.
Hará ya poco más de 35 años que The Revolution Will Not Be Televised, que data de 1970, ingresó en mi esfera de conocimiento. Esa canción-poema y otros de los trabajos de Scott-Heron han hecho que se le considere uno de los precursores del hip-hop y de lo que ahora se conoce como rap.
La obra de Scott-Heron, naturalmente, se enmarca en un convulsionado período en la historia estadounidense, una forma de expresión que muchos de quienes han dado en adoptar ahora ese género musical aún mantienen, como puede apreciarse en la obra de El B y Aldo, para mencionar a solo dos de los muchos que en América Latina han hecho con el rap lo que gente como Lord Darkie hicieron en su momento con el rock.
Tanto aquí en Estados Unidos, por supuesto, como en el resto del mundo, esa expresión musical ha generado fenómenos como el de Vanilla Ice o composiciones que no pasan de ser curiosas, como en este homenaje de sus seguidores al futbolista argentino Leo Messi.
Hace menos de 10 años (y puede haber muchos otros ejemplos por ahí) que la mención de rap en los medios de comunicación, como en este despacho del diario madrileño El País, se apegaba a las normas de la RAE para el uso de extranjerismos.
A escasos días de mencionar lo sucedido (o no sucedido) con el twist (Aunque no esté, se baila) y la modificación con la grafía del rock and roll (Rocanroleas tú, rocanroleo yo), una revisión del DRAE nos informa que ese no será más el caso con el rap, que perdió ya las comillas y la bastardilla.

Saturday, February 4, 2012

Golfea todo lo que quieras

Con lo de zigzagueo en la entrada anterior aludía, me parece que habrá quedado claro, a casos como los de show y look.
Un día están en el Diccionario y, como por arte de magia, al siguiente se esfumaron.

Por supuesto que habrán pasado años entre la inclusión y el defenestramiento.
Pero utilizo la hipérbole de ese imaginario abracadabra porque la vacilación impacta entre la gente que busca hacer las cosas bien.

Pero en la cancha, haces putting
Nada tiene de malo corregirse y enmendarse. Pero son casos como los de esos dos términos los que me recuerdan aquello de, “El que pispilea pierde”, la norma en uno de los juegos infantiles en mi país. El primero que parpadea cede el paso a otro competidor. Aquí, parpadea uno y no se da cuenta de que algo ha cambiado.
No debería extrañarnos si alguien concluye que ese sube-y-baja luce como una versión sin música de la “María” de Ricky Martin, “un pasito 'pa 'lante … un pasito 'pa 'trás”.
Salvo por aquellos que a diario lidiamos con el lenguaje (no hay necesidad de cuantificarlo, pero convengamos en que somos un porcentaje casi microscópico del universo total de hispanohablantes), nadie más anda por ahí con el DRAE a cuestas o tiene a la mano los recursos de consulta —o, de hecho, se preocupa por hacer consultas: si el término está en los medios o ingresó en su entorno, ahí quedó.
La respuesta completa a la pregunta de Ana Elvia en torno a cómo tratar con los extranjerismos, los aportes de otros idiomas a nuestra lengua, está aquí. Básicamente, si ya hay un término equivalente en español, cuyo significado sea el que se pretende transmitir, se usa el término en español.
Muchos neologismos en el habla común, el cotidiano decir de la calle, el que utilizamos todos, aún a sabiendas de que “así no se dice”, no son tal cosa. Reflejan nada más el hecho de que cada uno de nosotros opta a menudo por ser “paresito faraón” (como lo escuchamos aquí en la voz de Antoñita Romero): “en vez de la cuesta arriba, prefiero la cuesta abajo”. (La canción, por cierto, nos es más familiar a la gran mayoría en esta interpretación de Juan Legido y los Churumbeles de España, aunque youtube nos ofrece muchas otras versiones, como la de Amalia Rodrigues).
Se dice “lonchar” por pereza o por ignorancia, porque perfectamente deberíamos decir “voy a almorzar”, como también por pereza o ignorancia se dice “troca” para referirse a una camioneta, un “pick up truck”. Ni lonchar ni troca se merecen discusión.
Ahí están también las normas de la RAE para el tratamiento de lo que cataloga como extranjerismos necesarios o muy extendidos (categoría, por cierto, que podría explicar o justificar la inclusión esa, efímera al fin de cuentas, de show y look). Muy pocos disputarán el acierto del apartado 2.1, referido al mantenimiento de la grafía y pronunciación del idioma de origen.
Donde habrá, aun entre los mismos académicos, mucha tela que cortar, y donde naturalmente se impone esa orientación y guía de la RAE (porque llegamos al final de la ruta y necesitamos de un lazarillo, de cubierta a la intemperie) es en las decisiones sobre los apartados 2.2.a) y 2.2.b).
Un aparte, previa la conclusión de esta entrega.
Las normas pueden ser de reciente elaboración, pero reflejan  lo que ha sido usual en el idioma.
Papa, del quechua, y tomate, del nahua, se asimilaron sin problema alguno. Los franceses tuvieron que inventarse pomme de terre para el tubérculo y los italianos no se ruborizaron nada para referirse al humilde tomate como pomo d'oro (resumo, claro, hay mucho más sobre cada término).
O sea, los dos apartados esos son diáfanos y sintetizan lo que ha sucedido con nuestro idioma a lo largo de los siglos.
Se presupone, por otro lado, un conocimiento del lenguaje extranjero originario para entender por qué un término figura así con grafía española.
Quienes viven en Estados Unidos no tendrán problema para asimilar airbag en el español de uso cotidiano (sí, el DRAE nos autoriza a usar el término tal cual), pero doble contra sencillo que nadie dirá [airbág] como aconseja la Academia, sino que optará por [érbag], su enunciado en inglés.
¿Y qué de cruasán, como el DRAE nos autoriza ahora a españolizar el vocablo?
Para quien no tenga ni la más mínima idea del francés y se haya referido como “croisánt” al referido bollo (hablo de un contexto en el cual no hay ninguna descripción ni referencia adicional), cruasán les será de tan difícil comprensión como cualquier otro vocablo extranjero. (Me abstengo de siquiera pensar cuál será la reacción al mamotreto ese de cruasán entre los argentinos, con su medialuna —una broma, naturalmente, porque cruasán no ha sustituido a medialuna).
La RAE y sus correspondientes en el resto del mundo nos ayudan, nos guían, nos aconsejan. En la lengua de uso diario, es el sentido común, el discernimiento, lo que prima.
Ahí están los sufijos para hacer verbos de sustantivos.
Twist, dijimos antes no está en el Diccionario. Pero “se baila (o se bailaba) el twist”, no tuisteaba nadie. Y aunque la RAE no lo hubiese incluido jamás y golfear, el verbo español, signifique otra cosa en su acepción listada, ya la gente “golfeaba” o “iba a golfear” en las canchas de golf.
Un deporte, que por cierto, nos ofrece el verbo “to putt”, uno de los términos a los que jamás habrá de aplicarse la disposición esa que puede aplicarse a golf [golfear] y a Twitter [tuitear].
Doble contra sencillo que quien vaya a golfear en, por ejemplo, el hotel Biltmore de Coral Gables, ilustrado arriba, preferirá seguir dando de golpes cortos o "hacer putting" para enfilar la pelotita al hoyo antes que usar un verbo que, en el mejor de los casos, significaría proferir improperios o insultos y, en el peor, yogar por lucro.

Friday, February 3, 2012

Quién podrá socorrernos

Estrictamente desde el punto de vista lingüístico hay dos personajes del mundo deportivo estadounidense que siempre me han fascinado.
Como esta entrega solo pretende responder, de manera breve, a una consulta recibida a raíz del post previo (Rocanroleas tú, rocanroleo yo), los menciono pero sin detallar el porqué de la fascinación.
El final del camino
Uno de ellos, Casey Stengel, predata nuestra época actual. Es necesaria una extrema familiaridad con su personalidad, el deporte, su era misma y mucho más, para entender por qué es tan interesante en relación con el uso del idioma (cualquier idioma, no hablo del inglés).
El otro, Yogi Berra, todavía anda por ahí.
Como verán en su sitio web oficial, aparte de ser uno de los más destacados beisbolistas de la historia, debe también su celebridad a frases como las que aprovecho aquí para este comentario inicial de mi respuesta a la consulta de Ana Elvia.
“En realidad no dije todo lo que dije” (I really didn't say everything I said), afirma Yogi en su sitio web. En otra de las citas, más abajo, sentencia: “Cuando el camino se bifurca… ¡síguelo!” (When you come to a fork in the road...Take it!)
Sintetizo por qué eso es interesante desde el punto de vista del lenguaje.
Si uno analiza ambas expresiones de Yogi  no puede menos que considerarlas un disparate. (Peores eran los galimatías de Stengel, tan complicados que en alguna oportunidad resultaron en que se acuñara el término Stengelese).
Bien puede ser que me equivoque, que Yogi dice exactamente lo que dice y no mi interpretación.
Pienso, sin embargo, que más bien es tan sencillo como: hay por ahí mucha gente diciendo que yo dije una frase equis, cuando la verdad es que yo jamás dije nada por el estilo (no dije todo lo que otros dicen que dije); y, no te ofusques si en un momento determinado llegas a un lugar donde tu ruta se parte, sigue por el ramal correcto, no tomes el equivocado.
Podría ser, ¿no les parece?

Las complicadas normas de la RAE sobre el tratamiento de los extranjerismos (que no he reproducido en su totalidad, pero de las que he hablado ya antes) hicieron precisamente que Ana Elvia plantease esta mañana la siguiente pregunta:
“... veamos si estoy entendiendo ... ¿las palabras son pronunciadas igual no importa el idioma… la escritura es la variante... y si nos referimos al modernismo del web... buscamos el significado únicamente usando el inicio de la palabra sin ser la correcta y nos define la respuesta que viene siendo la misma... ?”
Creo que las dudas de Ana Elvia se aclararán con las próximas entregas. Pero igual me parece que su pregunta refleja un poco la experiencia de casi todos.
A menudo nos encontramos ante bifurcaciones en el camino (o peor aún, el final de una ruta con solo la aridez del descampado ante nosotros, como en la foto que otro buen amigo, Rubén Henrique, me compartió hace algún tiempo), volvemos la vista hacia la RAE en busca de auxilio y en lugar de quedarnos todo claro, las normas  y el zigzagueo nos dejan  en espera de un Chapulín Colorado que llegue a socorrernos.
Pendiente de continuar con el tema, les dejo este pdf de la Fundéu BBVA con Novedades de la Ortografía, que todos deberíamos de tener a mano (en especial quienes trabajamos a diario en temas del lenguaje) y al que nos referiremos en futuras entregas.

Thursday, February 2, 2012

Rocanroleas tú, rocanroleo yo

Si quisiera exagerar les diría que recuerdo la hora exacta en que sucedió.
El Museo del Rocanrol en Cleveland, Ohio
Para no pecar de puntilloso bastará con mencionar que era poco después de las 12:30 p.m., en un día de 1992, cuando me encontraba en Naciones Unidas reportando por teléfono una crónica de radio para la agencia de noticias con la que entonces trabajaba.
Parte de nuestras responsabilidades (mía y de muchos otros colegas de la misma agencia) era enviar crónicas que luego se retransmitirían a las radios afiliadas.
En uno de esos despachos, casi a final de la crónica mencioné la frase, “… que coincide con las celebraciones del sesquicentenario de la llegada de Cristóbal Colón a América… ” y, tras despedirme del técnico de grabación en el estudio, colgué.
Y fue entonces que reparé.
En lugar de leer “quincentenario” (o sea, quinto centenario del descubrimiento de América), como lo tenía escrito en mi crónica preparada, había quitado la vista del papel y, por alguna razón que hasta ahora no logro explicarme, dije sesquicentenario.
Era como si alguien hubiese dicho, haz el papel de Cronos: al medio siglo le recorté de un solo tajo más de dos tercios y lo dejé en 150 años. ¡Vaya pifia! (sí, se vale reírse). Y sí, pasa en las mejores familias, que se dice.
Reparar en el error para marcar de nuevo el teléfono del Departamento de Radio y pedirles que grabásemos de nuevo la crónica fue instantáneo.
Rememoro la anécdota para reiterar que así como las personas, los seres humanos, erramos, lo mismo sucede con las instituciones. E igual que uno hace un reparo: enmienda, corrige o modifica, lo hacen también las instituciones.
Es lo que está sucediendo con show, como apuntábamos en un comentario anterior, y lo que también (si se mantiene la propuesta de suprimirlo para la vigésima tercera edición) sucederá con look que, por hoy, el DRAE aún incluye como voz inglesa.
Distinto es el caso de paddle, que al publicarse la próxima edición dejará de escribirse en su grafía inglesa y se españolizará como pádel.
En este caso, la RAE ha decidido apegarse a una de sus variaciones relativas a la inclusión de extranjerismos: “Mantenimiento de la pronunciación original, pero adaptando la forma extranjera al sistema gráfico del español”.
Es lo que también sucederá con rock and roll, hasta la fecha incluido como voz inglesa y definido como, “Género musical de ritmo muy marcado, derivado de la mezcla de diversos estilos del folclore estadounidense, y popularizado desde la década de 1950”.
Al publicarse la nueva edición del DRAE, no habrá más rock and roll, sino que rocanrol, con un apenas perceptible cambio en la definición: “Género musical de ritmo muy acentuado, derivado de la mezcla de diversos estilos del folclore estadounidense, y popularizado desde la década de 1950”. (Negritas mías).
Naturalmente, todo esto funcará (me refiero a la capacidad de comparar o anticipar los cambios) para quien vaya y acceda al DRAE por medio de Internet. Si lo que se tiene a mano es el volumen impreso o una versión informática no actualizada, el DRAE seguirá dándole el término como rock and roll.
En realidad, si uno va e introduce rocanrol en la casilla de búsqueda, aparecerá siempre la actual definición, aunque acompañada del botón





Todo hunky-dory —no, no está en el Diccionario, pero me imagino que habría que incluirlo como jonquidori si es que en algún momento alguien juzga que no basta decir “fabuloso” o cualquier otro adjetivo— excepto por lo siguiente:

Tanto en la actual definición de rock and roll como en la de rocanrol, el DRAE acota: U. t. c. adj (Usado también como adjetivo) e ilustra: “Música rock and roll. La era rock and roll.” para el uso actual, y “Música rocanrol. La era rocanrol.” para el venidero.
¿De veras? Aunque nada habría de malo en llamar al sitio que ilustra el artículo el Museo del Rocanrol, sigo prefiriendo “El rock de la cárcel” y la “Era del rock” a “El rocanrol de la cárcel” y la “Era del roc”.

Wednesday, February 1, 2012

De motes, sobrenombres o apodos

El comentario es más bien formalista y, si se quiere, tardío.
Un poco como la advertencia aquella que suele hacerse de niños, cuando se está jugando a los trompos y los menos expertos han formado círculo para ver quién lo hace mejor. “Trompo avisa, saca sangre, no hay justicia”, es el grito que surge de súbito cuando se pierde el control del pesado trozo de madera.
El J3T2, con solo dos "jotas"
J3T2: Un J menos
La suerte y la agilidad de los blancos en ciernes, más que la advertencia en sí, impiden por lo general que el pesado bólido impacte en humanidad alguna.
“El propósito de este foro es por pura diversión”, dice el “trompo avisa” colocado en la página de este grupo de facebook abierto a cualquiera que se identifique como amigo o vecino de la colonia esta donde yo pasé muchos de mis años de infancia y pubertad. “En ningún momento se ha hecho para ofender y denigrar a nadie”.
Alude el autor a la invitación que se formuló hace poco menos de dos años para que los miembros del grupo recordasen los apodos con que se conocía a muchos de los amigos y vecinos [más abajo incluyo una lista abreviada de las colaboraciones que se recibieron].
Al parecer es una tarea que algunos la tomaron más que a pecho.
En un comentario separado [si no estoy equivocado, del mismo autor de la iniciativa] se lee: “Anoche casi no dormí por estar caminando, (pasando frente a) casa por casa, calle por calle de la colonia pensando en los apodos de los amigos y vecinos”.
Esto de los motes, sobrenombres o apodos es en verdad terreno donde ninguna cautela es poca.
Después de todo, según nos dice la Real Academia, eso de poner o decir apodos, de hacer comparaciones [apodar: del latín tardío apputāre, que a su vez deriva de putāre, juzgar] puede en ocasiones zaherir, como está implícito en la definición misma de apodo: Nombre que suele darse a una persona, tomado de sus defectos corporales o de alguna otra circunstancia.
Los comediantes, por lo general, como es el caso del ahora fallecido Eladio Velásquez, quien como payaso [sí, de esos de la sonrisa pintada y los zapatos gigantescos] acumuló fama pero no necesariamente fortuna en mi país de origen, suelen salirse con la suya para mofarse de cosas así, sin que el blanco de su escarnio proteste en demasía.
Chocolate” [ese era su nombre apelativo: es decir, su apodo, su sobrenombre, o si se quiere su seudónimo, su nombre artístico, su alias] era un payaso pobre, pero no un pobre payaso.
Pobre porque su circo jamás fue de carpa grande. Pero rico en ingenio y capaz de hacer que su audiencia se descosiera a carcajadas cuando imitaba, por ejemplo, a un presunto minusválido.

Decía, con uno de sus brazos caído al costado, caminando acangrejado y arrastrando la pierna del costado opuesto, mientras elevaba la vista hacia el firmamento: “¡Allá está la luna!”
Y las carcajadas no eran tanto porque se celebrase la cruda broma, como por la manera en que seguro esas chispas de procaz humor las había sacado de la nada.
No tenía que haber un minusválido así, concluía uno, todo era producto de su imaginación.
En ocasiones los motes, los sobrenombres, son simplemente cosas del azar. Nada tienen que ver con defectos ni circunstancias personales.
— ¿Y por qué te llaman “Calzón”? —fue la pregunta al dueño involuntario de ese apodo, que databa de sus años de infancia y que jamás le había sentado bien porque, localmente, calzón se usa a menudo para denominar la prenda interior femenina.
— Fue el mecánico de la esquina —respondió—. Un día llegué al taller y me preguntó cómo me llamaba. Le dije mi nombre y de inmediato, me dijo: “Bueno, a vos te voy a llamar Calzón, porque aquel (señalando a otro chico, de casi la misma edad) se llama igual que vos y como vino primero le puse Camisa”.
Si tan solo hubiese llegado segundos antes se le habría conocido como Pepe Camisa, no Pepe Calzón.
El mote se constituye en un distintivo mucho más eficiente que el mismo nombre de pila.
Me lo ha recordado hace unos días Fernando, quien como dije en un comentario previo notificó de la existencia de este mi blog a sus contactos en facebook.
Al preguntarle en un e-mail si sabía del  deceso de Julio Cruz, contemporáneo de ambos, respondió: “Claro que sí. (J3T2)”.
Y quedó así claro que sabíamos de quién se hablaba.
Lo de J3T2 es porque en sus años mozos, nuestro ahora fallecido amigo fue parte de un conjunto musical de rocanrol así llamado porque lo integraban 3 Julios y 2 Toños.
El grupo siguió llamándose así aun cuando después, como en esa foto de arriba, solo Julio, con esa especie de arpa de mano, y Julio Paiz, de pie, al centro —que fue quien colgó la imagen en el muro del hermano del ahora desaparecido amigo— justificaban el nombre [los otros en la foto son Luis Castellanos, Armando Martínez y Ricardo Pocasangre, precisa Paiz —a quien pido me disculpe por no haberme comunicado antes con él para usar la imagen].
Hasta donde yo sé, no hay porqué para muchos de los motes, apodos o sobrenombres que figuran en la lista de abajo Y como siempre, no todo apodo es literal. Ni tiene, que yo sepa, ofensa implícita. Pero en todo caso, me hago eco de la advertencia, y la reitero: “En ningún momento se ha hecho para ofender y denigrar a nadie”.
De motes, sobrenombres y apodos
beto lela, el loco neto, edwin tripita, toño cuma, toño papo, pelo de mico, napo biblia, el aguado, chiquitón, chingaste, will el burro, empanada (Q.D.D.G.), siete vidas, el sobado, gandul (Q.D.D.G.), los piluyos, los guitarrones, la lidiona, mincho coyunda, rosa peseta, chepe luis jolote, el diablo, el diablito, rata ñuca, doña diabla, toño aguacatina, los cipitíos, busi, las chorizo, charol, cara de muerto , lomo de cuca, los peluquillos, pelabueyes, maraca, morrocoyo (Q.D.D.G.), rey zope , chungo balazo, don chepe pennsylvania, los miones, los bueyones, el pollo, el ratón, chichicaste, salpora, los cuajos, "zompopo" (Q.D.D.G.), freddy camalarga, lito clavija, chiripío, la kukis, el loco tévez, julio frijolón, el chele valenzuela, elton perro mocho, chumina (Q.D.D.G.), el torero, danilo pulimento, el conchudo, freddy cuche, felipe queso dundo, la rana, chepe gallo, el mexicano, los vitocos, las cuerpo de jícama, eduardo el pelón, el buitre, cabro prieto, la pantera rosa, cara de guante, el chato urrutia, los punches, mico serio, aniceto, lito perol, el pita o jirafa franco, petróleo (que vivía frente a beto punta), ángel el diablito, chito mosca, churungute, polvorón, bigotes de perro, los chele guiyos, el chele paz, la coyota, las conejas, beto kimba, arturo huevo duro, la bruja nevis, chepe chorizo, rey charanga, mandrake, perico choco, pura uva, el chosqui, el pollo, la zorra soto, el negro celio, el loco mito, el seco lozano, ricardo el gordo, lito perolito, daniel el minutero, draculín larios, el chele buque, racumín, el negro pimpo, elena saco de papa, tecombuche, ratón cojudo, pacita yuca frita, barrabás, el diablo que hoy es pastor, el gordo ceteco, el zungo, tres toques, plonplón castro, tuntún, los cabezones, negro zulú, la chucha, papelito, los conejos, pijuyo, gamboa, tamalón, mollejón, chino linqui, mamazorra, herberth mamachita, hatari, mapamundi, mario garrote, calín catuyca, wicho caballo (Q.E.P.D.), guarola, tamalito, la loba, churute, lechero, juan pata de arco, el negro toño, miguel musiquillo, cañón, curunco, rudy cuasimodo, chepe chiricuto, torombolo, ricardo el capitán garfio, chumina, jaime mercadito, jaime momoroco, chepona y su hermano boca de guante.

Que gorjeen (los bebés y) los pájaros

La intención no es la de defender a nadie —menuda arrogancia sería adjudicarse el laburo de paladín de eminencias— ni mucho menos la de criticar porque simplemente a uno le sale de donde le sale.
Mi nieto gorjea, yo tuiteo
Para mí esto de bloguear acerca del idioma (y confío en que eso es algo que estará quedando claro) es más bien hacer lo que todo el mundo debería hacer de vez en cuando: arrellanarse, evaluar las cosas con pausa y sin prisa alguna, y determinar si por ahí hay algo que debería o podría estar mejor.
A uno le podrá parecer que la Real Academia Española es rígida, cerrada, parsimoniosa, lenta y … bueno, agréguele los calificativos que desee.
Con todo y el humor con que uno podría tomar el dato curioso ese de que pasaron casi cuatro siglos para que yogur obtuviera el visto bueno no hay propósito de mofa alguno en el comentario. Al cabo, ya hemos dicho que el mataburros no es ni se le debe considerar un mero listado de palabras.
La idea era contrastar tanto la relativa celeridad en la inclusión de show como la no menos asombrosa rapidez con que se está proponiendo defenestrarlo.
Y a nuestro buen amigo Chubby Checker (en un sentido amplio, porque amigos son todos aquellos que figuran en nuestra experiencia de vida) lo recordamos porque, de nuevo, la lengua la hacemos todos, pero no siempre la popularidad de un término debería ser sinónimo de inclusión obligatoria.
(Incorporado o no, quiérase o no, repito, twist sí es parte de nuestro léxico, aunque no esté impreso).
A mí me luce, en ocasiones (sobre todo en aquellas en las que alguien opina, por ejemplo, “Es inaudito lo que está haciendo la RAE”), que la Academia sirve a muchos como el poste que antes, en los pueblos, se colocaba en las esquinas para impedir que las carretas chocasen contra las casas. Si no tuvo usted la suerte de vivir en un pueblo tranquilo como el de mi infancia, remítase entonces a las defensas esas, a menudo en amarillo fluorescente, que sirven idéntico propósito.
Cualquiera que piense que el idioma es cosa sencilla (y regularlo, normarlo, pan comido) haría bien en apreciar lo siguiente: la RAE se funda en 1713. Unos 100 años después de la muerte de Cervantes y casi 80 después del deceso de Lope de Vega —apenas dos de los más prolíficos escritores de nuestra lengua— y más de dos siglos después de que América (toda nuestra América) ha comenzado a influir ya en el idioma. Menuda tarea la de normar el idioma, creo yo.
Distinta pero no necesariamente menos abrumadora es la tarea que la RAE tiene ante sí con esto de la constante introducción de nuevos términos al idioma.
Un día alguien le cuenta a uno de este fenómeno cibernético de twitter o se ve obligado a llevar al castellano frases en inglés donde figura el sitio o la expresión. Me dice D. Lorena en su mensaje: “Hace tiempo con una colega nos preguntábamos qué pasa con términos como ‘tweetea’ y una editora (del Departamento de Español al Día de la Academia) nos envió esto: '...la RAE contestó una consulta al respecto en la que recomienda el uso de 'tuitear', pues la grafía se adapta a nuestra lengua' ”.
En la respuesta, que puede leerse aquí en su totalidad, la editora dice que teniendo en cuenta todas las normas referidas al uso de extranjerismos, “la adaptación más apropiada sería tuitear, que es asimismo la que se documenta de forma mayoritaria…”.
El comentario yerra, me parece, cuando agrega: “…la variante tuitar, morfológicamente posible, no ha triunfado en el uso, puesto que en el español americano (es entre hispanohablantes americanos entre los que parece haber hallado más éxito esta herramienta electrónica) resulta más productiva la desinencia -ear que –ar”. Equivocada, creo, pero esa es la respuesta.
Una  más concisa, pero no necesariamente definitiva, la tenemos aquí: “… lo más adecuado sería adaptar la forma gráfica a la pronunciación de la palabra: tuitear, tuiteo, tuitero”. Y agrega: “Sin embargo, Twitter debe escribirse así por ser el nombre propio de una marca registrada”.