Monday, March 30, 2020

En una fecha como hoy, hace 40 años

De puño y letra
De puño y letra
Entonces, como hoy, las calles estaban desiertas. Los motivos son distintos.

Hace cuatro décadas exactas, la muerte permeaba el ambiente.


La causa en El Salvador de 1980 era la endemia de la violencia: mayormente de matiz político, que superaba, con creces, la de tipo simplemente delincuencial.


Una pandemia global, la del coronavirus, ha hecho también este año —al menos, la intención está ahí— que la soledad impere de nuevo en las calles de San Salvador —como en muchas otras ciudades del mundo entero.

La enorme soledad de las calles de la capital salvadoreña la rememoré en esta entrega de Hablanzas y Malhablanzas que publiqué en 2015, cuando estaban por cumplirse 35 años de los trágicos sucesos durante el funeral del asesinado arzobispo Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, ahora santo de la Iglesia Católica Romana.

Un día antes, en De profesión periodista, el pánico de las víctimas inocentes de la violencia en ese soleado, sangriento y trágico Domingo de Ramos es patente, confío, en los extractos de mis despachos.
El carné de la agencia
El carné de la agencia

Por estas mismas fechas, hace cinco años, rememoraba también mis vivencias propias con el padre Romero y escribí en Cuando mataron a Monseñor que mi última entrevista personal con el prelado fue a mediados de febrero de 1980, a pedido de una revista suramericana cliente de la agencia española de noticias EFE, para la cual yo trabajaba como corresponsal de su subsidiaria centroamericana, ACAN.


Podría haber quienes piensen que el detalle es minucioso y, si se quiere, superfluo.
La última entrevista
La última entrevista

Hace ya algunos meses, un compatriota y lector de Hablanzas, me compartió una imagen que, al parecer, llegó a sus manos a través de uno de sus conocidos.

De puño y letra del prelado, su agenda registra en la fecha correspondiente al 12 de febrero de 1980, la hora prevista para su reunión con Acan-Efe.

Monseñor Romero, según se divulgó posteriormente, acostumbraba también grabar las notas de su quehacer cotidiano, con detalles de sus reuniones que posteriormente serían mecanografiadas por alguno de sus asistentes.

Su entrevista conmigo fue, al parecer, la última actividad de esa fecha, como pueden ver en la imagen que también publico aquí, gracias al anónimo —por pedido propio— lector y compatriota.