Sunday, February 5, 2012

El rap perdió las comillas (y la bastardilla)


La afición desmedida a la música popular no figuró nunca al tope de mi lista de actividades preferidas.
Los tributos a Messi no son su culpa
Nótese que digo desmedida, como en el caso ese de los extremos a que llegaban y todavía llegan muchos de acampar por horas —y hasta días— a la espera de adquirir entradas para un concierto. Eso vale para cualquier expresión de música, como también para cualquier intérprete.
Ausencia de fanatismo no quiere decir, en modo alguno, alejamiento total.
Lo que de chico y adolescente era el natural resultado de estar al tanto de qué está pasando en derredor, devino luego —ya como profesional— en la observación continua y detallada del hacer cultural, tanto a nivel local y regional, como del mundo entero.
La información que no se lograba de primera mano o por afán personal la suministraban tanto familiares como conocidos. En un post anterior (De motes, sobrenombres o apodos) mencioné al recientemente fallecido Julio Cruz, uno de los integrantes originales del grupo rocanrolero J3T2, que en mis años de escuela secundaria andaba ahí haciendo música.
Otro de mis contemporáneos también ya fallecido, Ricardo Jiménez Castillo (Lord Darkie), integraba junto con otros compañeros de universidad, allá a principios de los 60, el grupo Los Supertwisters, al que por cortesía de este grupo de facebook puede escucharse con esa versión de Tell Me What I Said.
A pesar de la mediatización de la música popular (la cual llevó a que un éxito del rock and roll como Long Tall Sally —aquí en una interpretación de John Fogerty— solo se conociera  en gran parte de América Latina como “Popotitos”), Lord Darkie (y Los Supertwisters) se las ingeniaban para hacerle conocer a uno las versiones originales. Lo mismo podría decirse de otros conjuntos en distintas partes del mundo hispanohablante.
Contemporáneo también es Gil Scott-Heron, de cuyo deceso en mayo de 2011 informó National Public Radio, según pueden ver en la captura de pantalla de la página web incluida arriba.
En modo alguno pretendo, al decir contemporáneo (en vista de que cada uno de los dos músicos a quienes previamente he mencionado sí lo fue), conocido de manera personal.
Distinto es el caso de su obra.
Hará ya poco más de 35 años que The Revolution Will Not Be Televised, que data de 1970, ingresó en mi esfera de conocimiento. Esa canción-poema y otros de los trabajos de Scott-Heron han hecho que se le considere uno de los precursores del hip-hop y de lo que ahora se conoce como rap.
La obra de Scott-Heron, naturalmente, se enmarca en un convulsionado período en la historia estadounidense, una forma de expresión que muchos de quienes han dado en adoptar ahora ese género musical aún mantienen, como puede apreciarse en la obra de El B y Aldo, para mencionar a solo dos de los muchos que en América Latina han hecho con el rap lo que gente como Lord Darkie hicieron en su momento con el rock.
Tanto aquí en Estados Unidos, por supuesto, como en el resto del mundo, esa expresión musical ha generado fenómenos como el de Vanilla Ice o composiciones que no pasan de ser curiosas, como en este homenaje de sus seguidores al futbolista argentino Leo Messi.
Hace menos de 10 años (y puede haber muchos otros ejemplos por ahí) que la mención de rap en los medios de comunicación, como en este despacho del diario madrileño El País, se apegaba a las normas de la RAE para el uso de extranjerismos.
A escasos días de mencionar lo sucedido (o no sucedido) con el twist (Aunque no esté, se baila) y la modificación con la grafía del rock and roll (Rocanroleas tú, rocanroleo yo), una revisión del DRAE nos informa que ese no será más el caso con el rap, que perdió ya las comillas y la bastardilla.

2 comments:

  1. Entonces, ¿en qué se basan para que rap no requiera comillas (ni la bastardilla) y twist sí?

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