No hablo de números pares o nones —todo el mundo sabe que tanto el tres como el cinco son nones, o impares.
Me refiero, en este caso, a la definición de par aplicada al golf: el total de golpes establecido para completar un hoyo.
Artificio o triquiñuela, si se quiere.
Foto de la fachada de la RAE en su sitio web |
O sea, siempre que diga algo así como, “En golf, el cinco es par” o “Este es un hoyo de par tres”.
Si yo pretendiera (y lo digo estrictamente para fines explicativos, no que esa sea mi intención) sostener que en virtud de esa acepción el cinco o el tres son pares estaría incurriendo en lo que en lógica se denomina un sofisma.
Como pueden ver en el hiperenlace del DRAE, la actual definición (ya escueta de por sí) se sintetizará aún más para la próxima edición del Diccionario:
Artículo enmendado.
Avance de la vigésima tercera edición
sofisma.
(Del lat. sophisma, y este del gr. σόφισμα).
1. m. Razón o argumento falso con apariencia de verdad.
Me he acordado de sofisma al leer hace unas horas el Boletín de Información Lingüística de la RAE,
BILRAE, que la Academia define como, “una publicación de actualidad, en formato electrónico, en la que se recogen periódicamente informes y artículos relacionados con el buen uso de la lengua española en los distintos ámbitos de la sociedad”.
El BILRAE, leerán ahí, es de carácter experimental y en su primera edición recoge este trabajo de un académico, Ignacio Bosque (ya se habrá publicado por ahí en otras partes, no les quepa ninguna duda), sobre Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer.
En su análisis de la contrahecha y farragosa tendencia a la erradicación del presunto sexismo en nuestro idioma, el autor no usa el término sofisma.
Apunta, sin embargo, lo siguiente: “Entre los aspectos que comparten las guías de lenguaje no sexista destaca sobre todo una argumentación implícita que me parece demasiado obvia para ser inconsciente. Consiste en extraer una conclusión incorrecta de varias premisas verdaderas, y dar a entender a continuación que quien niegue la conclusión estará negando también las premisas”.
En nuestra época, abrumados y prácticamente superados como a menudo estamos por las presiones y el estrés de la vida cotidiana, es muy frecuente buscar la síntesis, el resumen: “He aquí algo corto que te gustará leer”, se nos dice.
Nada en ese sentido de mi parte. Es extenso y completo. Léanlo, porque vale la pena.
El sofisma, estimado Mauro, es la marca de nuestra época, el estigma de la decadencia de una civilización. Todo está permeado por la manipulación de la información y por los que desean una mentira “piadosa” antes de -¡horror!- enfrentar la verdad o al menos, la objetividad de los hechos (que no es lo mismo pero es igual). El sofisma se ha impuesto en filosofía antes que la búsqueda de la verdad o de métodos que nos acerquen a la misma. Se ha convertido en lenguaje sine qua non de la política y ha expatriado todo intento de transparencia en los medios. El sofisma se ha impuesto bajo la norma hipócrita del lenguaje “políticamente correcto”. Cuanto huela a decencia, honestidad a dignidad e intransigencia moral no sólo se le ignora, sino que se le reprime como conservadurismo reaccionario, fascistoide, burgués, racista, sexista y todo lo que hoy se considera contrario a la tolerancia y la “aceptación” que, en la mayoría de los casos, no son sino síntomas de la metástasis del deterioro global de la moralidad.
ReplyDeleteGracias, Octavio, por el comentario. Saludos.
Delete