Tuesday, January 31, 2012

Aunque no esté, se baila

¡Nada de twist que valga, Chubby!
Bien podría ser que las normas de la RAE sobre el tratamiento de extranjerismos expliquen el porqué de la propuesta eliminación de show en la vigésima tercera edición del Diccionario, que mencionamos en una entrega anterior y al cual se refiere D. Lorena en su mensaje.
La consideración podría ser que es superfluo e innecesario porque ya hay los equivalentes en español de las dos acepciones que incluye el mataburros.
Sea que al fin de cuentas la eliminación pase de propuesta a realidad, lo que al menos debería hacerse es revisar (pienso yo) esa definición de la locución verbal “montar un show” que a la fecha nos ofrece el DRAE: “Organizar o producir un escándalo”, dice.
Puede que sea eso en algún lugar del mundo.
Pero cualquiera que haya visto un partido de fútbol sabe bien que hay uno más preciso y que quien monta un show es simplemente un mentiroso: finge estar lesionado para beneficiarse. Montar un show es fingir.
Lo de show y su meteórico paso por las páginas del DRAE vino a cuento porque, decíamos, así sea una manifestación de sapiencia colegiada, Academia no quiere decir infalibilidad. Y es también reflejo del carácter cambiante del idioma.
Esa presencia efímera vendría a ser, también, una aberración. Lo normal es que la Academia se tome su tiempo para la inclusión de nuevos términos.
Téngase el caso de yogur: fue hace 50 años, a principios de 1962, cuando se informó desde Madrid de la futura inclusión del término en el Diccionario. Abran su diccionario (o introduzcan el término en la casilla de consultas del buscón, según el caso) y verán:


yogur.
(Del fr. yogourt, y este del turco yoğurt).
1. m. Variedad de leche fermentada, que se prepara reduciéndola por evaporación a la mitad de su volumen y sometiéndola después a la acción de un fermento denominado maya.


¿Qué tiene eso de curioso?, podría ser la pregunta.
Una, que se tomó del francés, cuando Turquía está ahí (por así decirlo) a la vuelta de la esquina si se vive en la península. Es de suponer que fue por allá en los años posteriores a la II Guerra Mundial, cuando se habrá popularizado en Francia el consumo del yogur (y luego en España, suponemos), que la RAE optó finalmente por incluirlo en la décima novena edición de 1970.
No es como que el término se desconociera en su totalidad: Cervantes, que presumiblemente se habría familiarizado con el término cuando prestaba servicio militar allá en la segunda mitad del Siglo XVI, lo menciona en sus obras, apuntaban los despachos de prensa de la fecha.
En resumidas cuentas, porque la lengua la hace la gente, una bicoca de 400 años para que el yogur fermentase como término aceptado.
No siempre la popularidad de un término (nos remitimos de nuevo al enunciado previo de que el DRAE no es un simple listado de palabras) lleva a su inclusión, sea en su grafía y pronunciación originales o adaptando una o ambas al español.
Así pasen cuatro siglos (como en el caso de yogur) o 50 años, como en el de twist.
Hace ya más de 50 años que Chubby Checker, uno de los íconos de la música popular estadounidense, figuró a la vanguardia de una verdadera revolución cultural con The Twist: “Come on baby, let´s do the twist!”, instaba el regordete intérprete.
Pero ingresen twist en la casilla de consulta y verán la respuesta.
Satamismo: La palabra twist no está en el Diccionario.

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