Ningún Tom Hanks a la vista |
En esto de resumir, reseñar o hablar de los comentarios o las reacciones de otros a lo que uno escribe hay un cierto peligro. Lo principal es evitar que en quienes lo leen se deje la impresión de que uno mismo comienza a propinarse palmaditas en la espalda.
Afortunadamente tengo ya las suficientes millas acumuladas en mi bitácora como para soslayar esa trampa.
Buenos amigos de adolescencia, como Fernando y Zoila, por ejemplo, han compartido algunos de los comentarios previos y el agradecimiento es profuso y genuino.
No porque haya afán alguno de aperar la egoteca, sino porque la idea en realidad es la de estimular al máximo la discusión de temas relacionados con nuestro idioma.
Uno de los contactos de Fernando, entiendo, se preguntaba si esto de Hablanzas y Malhablanzas, “¿No es lo mismo que habladurías?” La respuesta es no. Más sobre el tema en un próximo comentario, pero la pretensión no ha sido jamás reflejar ninguna de las dos acepciones en el DRAE:
habladuría.
1. f. Dicho o expresión inoportuna e impertinente, que desagrada o injuria.
2. f. Rumor que corre entre muchos sin fundamento. U. m. en pl.
Como cualquier cosa escrita, con un blog se corre siempre el riesgo de herir susceptibilidades. Para mí está resultando más bien una miniversión del Dale Carnegie de años idos (Cómo Ganar Amigos) y nada más publicarse el primer post (Esa palabra no existe) comentaba una nueva amiga, Guadalupe, que cómo puede alguien decir que una palabra no existe sólo porque su procesador de texto no la reconozca.
Totalmente de acuerdo. Los correctores (spellcheckers) son tanto una bendición como un infortunio. No somos pocos los que nos encontramos con ofertas de términos verdaderamente esotéricos porque alguien vino y, tal vez sin proponérselo, agregó la secuencia.
Con el post previo a este (Buscando tres pies al gato), me decía Mariana, “Me acabás de resolver un dilema. He discutido tanto el asuntito del "e" e-mail, con tanta gente, que últimamente optaba por "y correo electrónico", aun cuando el cliente no objetara el uso de e-mail”.
Y D.Lorena (lo de D. es broma entre nous, que se dice) me despacha un e-mail tras el post de La web precede a la Internet con el comentario siguiente: “¡No entiendo por qué quitar show!” del DRAE, según la propuesta de modificación que comentábamos.
Hay más en su mensaje, pero eso será tema del post venidero.
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