El texto precede al chat |
Todos aquellos que para mediados de la década de 1970 en adelante andaban ya en los azares del idioma se recordarán de los aprietos en que nos vimos para asimilar el diluvio de nuevos términos generado, a principios de la década de 1980, por la irrupción de la Internet.
No que las cosas hayan cambiado mucho en las tres décadas transcurridas desde la introducción del llamado protocolo de comunicación TCP/IP.
Este post no pretende ser un listado cronológico o en manera alguna exhaustivo.
Pero habrá quienes recuerden los debates en torno a si usar INTERNET o InterNet o si mejor definirla como Redes Interconectadas o Red Internacional (de Computadoras).
Aún en nuestros días persiste (relativamente, en el sentido de que todavía hay quienes preguntan) el debate en torno a si es LA Internet o EL Internet.
Y ya que estamos en ello, si se escribe con mayúscula inicial o en todo minúsculas.
Menos de una década después de la introducción del TCP/IP, con el establecimiento de la World Wide Web, pasó algún tiempo antes de que se desistiera de llamarla Telaraña Mundial. Cualquiera sea el grado de virtualidad que tuviese, es indudable que los hilos de esa Web eran lo suficientemente vigorosos para enredarnos a todos.
Parte del problema es la relativa rigidez que introduce en nuestro idioma la convicción de que no hay término correcto mientras no tenga el sello de la Real Academia Española.
Así, no había tal software sino que “soporte lógico” y, de usarlo, las itálicas o las comillas eran obligatorias para indicar que se trataba de un término originalmente en inglés.
Todo lo anterior no significa que el buen decir (o sea, el sancionado por la inclusión de un término en el DRAE) tenga algo de malo.
Aunque la lengua la haga la gente, no toda novedad adoptada por el uso es necesariamente buena o aconsejable.
Chat, que aquí se nos sugiere puede sustituirse por cibercharla o ciberplática, es uno de los vocablos recogidos por el uso cuya inclusión en el mataburros es solo cuestión de tiempo. “Chateemos más tarde” o “Te chateo luego” tiene ahora la misma naturalidad que el “Llamame” de hace años.
Pero la sola inclusión de un término en el DRAE no supone su aceptación plena.
Aunque no hay estudio alguno que valide la siguiente afirmación, todo parece indicar que no obstante la presencia de faxear en el mataburros se sigue prefiriendo “Envíame o Mándame un fax” al más práctico “Faxéame el documento”. (Hagan la prueba con Google: “faxear por Internet” arroja 3 míseros resultados, en contraposición a los 41 500 obtenidos con “enviar un fax por Internet”).
Ese proceso por el cual un sustantivo deviene en verbo no es siempre fluido.
El ingenio rebuscado de los publicistas resulta a veces en combinaciones escabrosas. Una telefónica anda por ahí ofreciendo instrucciones, “Para Messengerear desde tu…” (léase, para usar Messenger).
Para no mencionar el extendido “Te mensajeo más tarde” más común relacionado con lo que todavía se insiste en denominar “Envío de mensajes de texto”.
¿Y por qué no, textear?
No que las cosas hayan cambiado mucho en las tres décadas transcurridas desde la introducción del llamado protocolo de comunicación TCP/IP.
Este post no pretende ser un listado cronológico o en manera alguna exhaustivo.
Pero habrá quienes recuerden los debates en torno a si usar INTERNET o InterNet o si mejor definirla como Redes Interconectadas o Red Internacional (de Computadoras).
Aún en nuestros días persiste (relativamente, en el sentido de que todavía hay quienes preguntan) el debate en torno a si es LA Internet o EL Internet.
Y ya que estamos en ello, si se escribe con mayúscula inicial o en todo minúsculas.
Menos de una década después de la introducción del TCP/IP, con el establecimiento de la World Wide Web, pasó algún tiempo antes de que se desistiera de llamarla Telaraña Mundial. Cualquiera sea el grado de virtualidad que tuviese, es indudable que los hilos de esa Web eran lo suficientemente vigorosos para enredarnos a todos.
Parte del problema es la relativa rigidez que introduce en nuestro idioma la convicción de que no hay término correcto mientras no tenga el sello de la Real Academia Española.
Así, no había tal software sino que “soporte lógico” y, de usarlo, las itálicas o las comillas eran obligatorias para indicar que se trataba de un término originalmente en inglés.
Todo lo anterior no significa que el buen decir (o sea, el sancionado por la inclusión de un término en el DRAE) tenga algo de malo.
Aunque la lengua la haga la gente, no toda novedad adoptada por el uso es necesariamente buena o aconsejable.
Chat, que aquí se nos sugiere puede sustituirse por cibercharla o ciberplática, es uno de los vocablos recogidos por el uso cuya inclusión en el mataburros es solo cuestión de tiempo. “Chateemos más tarde” o “Te chateo luego” tiene ahora la misma naturalidad que el “Llamame” de hace años.
Pero la sola inclusión de un término en el DRAE no supone su aceptación plena.
Aunque no hay estudio alguno que valide la siguiente afirmación, todo parece indicar que no obstante la presencia de faxear en el mataburros se sigue prefiriendo “Envíame o Mándame un fax” al más práctico “Faxéame el documento”. (Hagan la prueba con Google: “faxear por Internet” arroja 3 míseros resultados, en contraposición a los 41 500 obtenidos con “enviar un fax por Internet”).
Ese proceso por el cual un sustantivo deviene en verbo no es siempre fluido.
El ingenio rebuscado de los publicistas resulta a veces en combinaciones escabrosas. Una telefónica anda por ahí ofreciendo instrucciones, “Para Messengerear desde tu…” (léase, para usar Messenger).
Para no mencionar el extendido “Te mensajeo más tarde” más común relacionado con lo que todavía se insiste en denominar “Envío de mensajes de texto”.
¿Y por qué no, textear?
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