Wednesday, January 25, 2012

Un listado inexistente

Si estuviera escribiendo a mano, bien podría comenzar este post diciendo que la tinta ni siquiera se había secado cuando chatea una colega (vía Messenger) cuya ciberplática resumo: su editora informa que prescindirá de usar un término equis.
El motivo: “…resulta que la palabra … no existe en la DRAE”.
Más adelante, el chateo derivó en torno a si, como sucede en el caso del español con la Real Academia, hay en otros idiomas una institución similar de “cerrada”. Y por cerrada, presumo, quiso decir “inflexible”, más que totalmente opuesta a cualquier cambio.
La intención aquí no es reproducir textualmente el chat.
Viene a cuento sólo porque en el mensaje recibido se repite la famosa frase de que un término “no existe”, cuando se trata simplemente de que no figura en el mataburros.
De nuevo, el diccionario no es un listado de palabras.
A menudo, es simple cuestión de desconocimiento sobre cómo utilizarlo.
Son numerosos los casos en los cuales el término está ausente del DRAE porque es compuesto o porque es palabra formada con prefijo o sufijo. 

Se ve mejor fuera del sol
Basta con hacer la prueba aquí, introduciendo el término audiólogo o audiología en la casilla de búsqueda. O, para el caso, reformatear (formatear de nuevo o volver a formatear un disco, por ejemplo).
Ninguno de los tres figura.
De la inflexibilidad de los académicos se ha hablado mucho desde siempre, pero no son pocas las veces en que lo que hay es una comprensión deficiente de lo que es el lenguaje y la manera de regirlo.
Como en el caso de “faxear” (poco usado por la gente no obstante su inclusión en el DRAE) y muchos otros, la foto que acompaña este post podría ilustrar lo que sucede con el idioma.
Dos flores, de la misma planta y el mismo color, lucen distintas. Una a la luz del sol, la otra en la sombra de quien captó la imagen. Lo normal es que algo destelle bajo el brillo solar. Aquí sucede todo lo contrario.

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