Friday, April 12, 2013

La confusión del glamour

Tiene uno por ahí máximas y proverbios, dichos y refranes, cosas que en nuestros días algunos bien podrían llamar frases hechas y que, como apuntábamos en una de nuestras primeras entregas para estas Hablanzas y Malhablanzas, en ocasiones se toman literalmente.
Encuéntrame una imagen
Pienso, por ejemplo, en lo que wikipedia califica aquí de adagio, el dicho [como muchos otros] nacido en la esfera del periodismo allá a principios del Siglo XX: A picture is worth a thousand words [nótese, antes de seguir adelante, que el Diccionario Panhispánico de Dudas nos advierte que no debe confundirse el vocablo español adagio con la voz italiana que no sólo se pronuncia distinto, sino que también tiene un significado diferente].
El Refranero Multilingüe del Centro Virtual Cervantes cataloga el dicho como una frase proverbial y la traduce así: Una imagen vale más que mil palabras.
[Sí, sí, ya lo sé. Por ahí habrá quienes hayan escuchado la frase como, Una foto vale más que mil palabras —nótese, por principio de cuentas, que al atribuirse su origen al entorno periodístico  “foto”, antes que “imagen”, vendría más al caso—. Igualmente no faltarán quienes hayan leído en alguna parte que el dicho data de mucho antes del artículo periodístico en el que se cita a Arthur Brisbane. Todo eso tiene su respuesta en la página de wikipedia, que no sólo cita otras versiones sino también datos sobre un origen que predata el uso en los Estados Unidos].
Como muchos refranes, proverbios, etc., eso de que una foto o una imagen valen más que mil palabras no debe tomarse en un sentido literal. En ocasiones, bien podría decirse que no hay imagen alguna capaz de reemplazarlas.
El facsímil que ilustra la entrega es parte de la página web en la que se reseña el Discurso de Gettysburg del presidente Abraham Lincoln.
En ese recorte periodístico está plasmada la transcripción del mensaje cuyo total de palabras oscila entre 263 y 270 [dependiendo de quién las cuente y de cómo las cuente].
O como dice por ahí un póster con el que en alguna oportunidad se habrán topado: Si en verdad te crees eso de que una imagen vale más que 1,000 palabras, aquí tienes 270 —tienes todavía 730 más para llegar a mil, de modo que encuéntrame una imagen equivalente.

Y, sin embargo… en torno a la confusión esa que mencionamos en el título de esta entrega, nada hay como las imágenes para sintetizarla.
Vean, por ejemplo, esta captura de pantalla del DPD sobre “glamour”:




que remite al usuario a la siguiente página web [el Panhispánico, recuerden, data de 2005]:




Más tarde, en 2008, la Fundación del Español Urgente respondía así a una consulta:




Pero si van ustedes al Diccionario de la Real Academia se encuentran, ahora, con esta definición:




que les guiará luego [al oprimir el botón de Artículo Enmendado] a esta otra [la enmienda, como mencionábamos en un post anterior, consiste básicamente en la inclusión de la etimología esa que reitera el origen francés, con procedencia del inglés, del vocablo].





A ver, entonces, si nos entendemos.
La adaptación gráfica glamur que el DPD nos propone en 2005 no está reñida con el uso de glamor ahí admitido. Dado, sin embargo, aquello de que lo nuevo supera a lo viejo, ante la inclusión de glamour [y no glamor ni glamur] en la vigésima tercera edición del DRAE, anunciada para 2014, debemos concluir entonces que…
Mientras se aclara la confusión —si es que se aclara— les copio otra captura de pantalla más, el post de una de mis contactos en facebook sobre el tema, que bien podría resumir cómo se sienten muchos ante la recomendación del DPD:



¡Satamismo!, bien podrían decir algunos.

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